Valencia
Por si aún quedaba algo por quemar
Un incendio enloquecido por el viento de poniente vuelve a arrasar los montes de Los Serranos
VALENCIA– El interior de la provincia de Valencia, más concretamente las comarcas de Serranos y Alto Turia, sufrieron ayer nuevamente la acción devastadora de las llamas, un fuego inmisericorde que se propagaba entre pólvora en un monte bajo reseco y descuidado desde hace décadas.
A media tarde, un vecino de Chulilla daba la voz de alarma. El fuego, junto a la central eléctrica de Chulilla subía por La Hoya y se extendía por Pelma y La Serratilla. El viento lo propagó velozmente.
«No debería haber subido a la muela. A la muela sólo puede llegar el fuego por tres puntos, y las brigadas debieron hacer una quema controlada», comenta un vecino que se acerca con su nieto al puesto de mando avanzado de Las Bodegas de Vanacloig, que es una pedanía de Chulilla pese a su nombre de marcado ascendente enológico. El hombre es de Chulilla, «bueno mi mujer». Al ser evacuado, pasaron la noche en su pueblo, en Ahillas. «Pero, ¿lo de la quema controlada tiene mala fama, no?», pregunta el informador. «Qué carajo, es lo mejor, así el fuego no avanza».
El viento sopla fuerte, aunque menos que anoche, pero no ha dejado de hacerlo ni un momento. «Lo mejor es que se queme pronto y nos dejen volver» concluye resignado.
Tras él, el Puesto de Mando Avanzado vive la ebullición y el nerviosismo propio de estas circunstancias. Los políticos, con el uniforme de incendio -vaqueros y calzado trecking- se reúnen mientras algunos brigadistas descansan y se comen un bocadillo. Los pueblos se han volcado con ellos y con los desalojados. Desde Chulilla salieron bocadillos hasta que se acabó el pan. Y Cáritas de Villar del Arzobispo ha seguido elaborándolos a destajo desde la parroquia.
A las once se da el primer parte, escueto en información y largo en circunloquios. No sabemos la extensión, ni las causas, ni si es provocado, o negligencia o nada.
Lo bien cierto es que el monte está reseco y el domingo hizo mucho, mucho viento. Ya por la tarde se confirmaron los presagios. El incendio fue intencionado.
Serafín Castellano, conseller de Gobernación, se ha hecho experto, a la fuerza, en estos trances. El parte oficial pintaba un panorama desolador que da imagen de la pequeñez del hombre cuando la naturaleza se pone caprichosa. «Ayer hubo vientos de 80 kilómetros por hora, que hicieron que el incendio corriera mucho y pronto se extendió por seis términos municipales: Chulilla, Bugarra, Gestalgar, Sot de Chera, Pedralba y Casinos». Poco después, el fuego entraba en Llíria. «No se tiene constancia de que se hayan quemado viviendas y se ha desalojado Chulilla y Gestalgar, así como diversas urbanizaciones de Pedralba. El perímetro del fuego debe ser de 14 kilómetros».
Castellano también explicó que hay previsión de que el viento vire de poniente a norte, por lo que los medios terrestres están preparados para cortar el paso hacia Chiva». A continuación, el turno de la delegada del Gobierno, Paula Sánchez de León, que enfatizó el apoyo de los medios estatales: 350 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), cincuenta guardia civiles y trece medios aéreos. La delegada tampoco quiso dar pábulo a elucubraciones: «la investigación está en marcha» y afirmó que aún no se había dado por cierto el rumor de que alguien hizo una barbacoa junto a la central eléctrica antes citada. El rumor sobre el origen cambia al cabo de un rato y se convierte en un pescador que junto al río fumaba, y que arrojó la colilla.
Con zapatillas de andar por casa, un señor mayor contemplaba el movimiento de motos, coches y hasta helicópteros que aterrizaban y partían desde los campos de detrás del puesto de mando avanzado. En el caos se respiraba cierta coordinación y sobre todo profesionalidad. Uniformes de todos los colores, los más vistosos, los de la UME, con sus gorras amarillas, y vehículos increíbles, los Uro, el Hummer español, que sólo se ven en las películas y en las desgracias. «Con todo lo que se van a gastar hoy, se da trabajo a mil personas para que limpien el monte durante todo el año» y expresa así la máxima de que los incendios se apagan en invierno. Mientras, una columna de humo se vuelve a levantar en Chulilla.
El cielo se puebla de helicópteros que tiran agua y avionetas que lanzan el espectacular retardante de color rojo. «Hay efectivos y están actuando muy bien, pero pasa mucho tiempo entre un avión y otro». Y es cierto. Quien lo dice es un vecino de Chulilla que no ha salido del pueblo. Es el marido de la secretaria de Ayuntamiento y ha pasado la noche en vela preparando bocadillos para las brigadas. «Cuando empezó estaba muy cerca de las viviendas y luego fue subiendo hacia arriba. El problema es que ahora parece que vuelve a bajar y avanza hacia el pueblo». Cuadrillas de jóvenes parten por la carretera que une Chulilla con Losa pertrechados de los primeros aperos que encuentran. Van a desbrozar en el punto en el que parece que la lengua de fuego tiende a bajar nuevamente hacia el pueblo. «Si cruza la carretera la hemos jodido».
Hacia el mediodía un oficial de la UME que trabaja cerca del embalse de Loriguilla, admite que el fuego se les está yendo de la mano a los medios aéreos y que por eso están haciendo quemas controladas. «Si el fuego cruza, la carretera será muy difícil pararlo». Con gran profesionalidad, bomberos y UME hacen arder un pequeño bosquecillo de pinos. En unos minutos se convierte en un esqueleto negro y las mangueras lo apagan inmediatamente. «Por aquí, el fuego ya no pasa».
Nuevo incendio en Ribarroja y Vilamarxant
Los disgustos se sucedían ayer. A primeras horas de la tarde se declaró un nuevo incendio en el término municipal de Ribarroja (Valencia), que, según indicaron desde el Centro de Coordinación de Emergencias, podría ser intencionado. El fuego obligó a desalojar preventivamente a unas setenta personas de un colegio (entre alumnos y docentes) y a los habitantes de varias viviendas de la zonas próximas al fuego.Además, sobre las 19.30 horas se inició un nuevo incendio forestal en el término de Vilamarxant, también en la comarca del Camp del Turia. Las causas aún se desconocen.
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