Brooklyn
Una catástrofe de cine
Fue uno de los más sorprendentes e irónicos finales de la historia del cine. El coronel Taylor descubre con horror, semienterrada en la arena de la playa, la Estatua de la Libertad. Nueva York fue destruida siglos atrás por la peor catástrofe natural: el hombre. Era lógico que sólo sobrevivieran los monos en aquel planeta maldito.
Como símbolo de la nación, Washington fue atacada repetidas veces por platillos volantes en el cine de ciencia ficción de los años 50 y destruido el Capitolio por marcianos en «Independence Day» (1997) y «Mars Attacks» (2001), pero Nueva York, la ciudad hoy amenazada por el huracán «Irene», fue sacudida pocas veces desde Hollywood por catástrofes climatológicas.
La primera vez que padeció a causa del cambio climático, con el que los ecologistas suelen amenazarnos periódicamente, fue en «El día de mañana» (2004), a causa de una tormenta y un monumental tsunami que inundan la megaurbe. La súbita bajada de temperaturas hace a los supervivientes patinar por la Quinta Avenida y contemplar estupefactos la Estatua de la Libertad asomar entre hielos polares.
Si consideramos a King Kong una amenaza tan dañina como un tornado, ya en 1933 sembraba el pánico en la ciudad de los rascacielos, destruyendo cuantos edificios, automóviles y seres humanos encontraba a su paso. Poca cosa comparada con la miniserie de televisión: «Terremoto en Nueva York» (1999). Esta vez no es Los Ángeles ni San Francisco sino Nueva York la que sufre un terremoto de una magnitud desmesurada.
La serie se centra en las consecuencias de la catástrofe en varias familias que tratan de encontrar a sus seres queridos y el proceso de reconstrucción de una ciudad asolada, en la que la Estatua de la Libertad ha caído sobre el puerto de Manhattan y la tierra se ha tragado el puente de Brooklyn y el Museo Guggenheim.
Will Smith ha protagonizado un «remake» de «Soy leyenda» (2009), la novela de R. Matheson, esta vez ambientada en una ciudad de Nueva York apocalíptica y no en Los Ángeles, destruida por una guerra biológica, cuyo único superviviente es el doctor Neville. Las imágenes de Nueva York vacía y semidestruida llegan a resultar sobrecogedoras. Tan alucinantes como el Nueva York poscatastrofista convertido en una prisión de máxima seguridad en la futurista «1997, Rescate en Nueva York» (1981). Pero más peligrosas que un terremoto han sido las periódicas invasiones de extraterrestres que han puesto a Nueva York al borde de un ataque de alienígenas, salvada siempre, in extremis, por los Hombres de Negro.
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