Cataluña
Antes sin trabajo que en la ruina por la guardería
Seis de cada diez padres y madres que sacrifican su carrera, lo hacen porque estos centros son «muy caros»
MADRID- Pocas, caras y, para colmo, inaccesibles. La falta de plazas para guarderías públicas va camino de convertirse en un mal endémico. Y sin ellas, la conciliación familiar y laboral es una quimera. El pasado año, una encuesta elaborada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) reflejaba que más de la mitad de los padres y madres españoles optaron por llevar a sus hijos a centros privados al no encontrar plazas en los públicos. Ahora, la Encuesta de Población Activa (EPA) respalda esta preocupante realidad: seis de cada diez personas –la mayoría de ellas madres– que dejaron de trabajar o pasaron a hacerlo a tiempo parcial, lo hicieron para cuidar a sus hijos en casa. Así, de 850.000 españoles renunciaron a su carrera porque estos servicios de atención resultan «muy caros».
Éste es sólo uno de los datos que conforman la encuesta, que analiza la situación de 30,87 millones de españoles de entre 15 y 64 años, y que supone una radiografía sobre el estado de la conciliación familiar y laboral en nuestro país. A nivel general, puede decirse que el 47,3 por ciento de los asalariados gozaron de un horario flexible, al inicio o final de la jornada, y reducirlo en al menos una hora. Sin embargo, un 19,3 rara vez lo consiguió variar y el 27,5 por ciento no pudo hacerlo. Es decir, los españoles que consiguieron conciliar y los que no se encuentran casi a la par.
«Hay que tener en cuenta que la encuesta es del pasado año, con una crisis económica muy importante», afirma a este diario María Dolores López, profesora del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad de Navarra. «Aumentó el paro y las condiciones laborales eran malas, lo que repercute en cómo una familia organiza la conciliación», añade. Así, López señala que, al quedarse uno de los cónyuges en paro, algo frecuente en los últimos años, fueron muchos los que decidieron darse de baja en las guarderías. «Y la cosa no está para pedir favores a las empresas», afirma. También es verdad, según señala la EPA, que el 87 por ciento de las personas con al menos un hijo menor de 8 años –unos 5,54 millones de españoles– no redujo su número de horas trabajadas para cuidarle. Eso sí, «no es un problema del año pasado. En España tenemos pocas plazas para las guarderías. Y las que hay son caras. Otros países, como los escandinavos, están mucho más desarrollados en este sentido: más plazas y más baratas».
Las regiones más caras
El precio por plaza en una guardería pública, según la OCU, varía según la región. El ránking estaría encabezado por Cataluña, con 221 euros mensuales, y Madrid, con 179. Y si hablamos del sector privado, no es difícil saltar a los 300, 400 o incluso 500 euros. «Ante esta situación se puede optar por dos vías: o dejas a los niños con los abuelos –más de 1,5 millones de españoles se hicieron cargo de hijos que no eran suyos– o tienes menos hijos», apunta la profesora. No en vano, recuerda que si bien España ha subido en la media de hijos por mujer –aproximadamente un 1,41 por ciento–, la tasa continúa a la cola de Europa.
Tampoco hay que olvidar que la mujer parece discriminada en lo que se refiere al cuidado de los niños. «El papel del varón es minoritario en la conciliación», dice López. Así, la EPA apunta a que un 42,4 por ciento de las mujeres pudo modificar su horario frente a un 39,6 por ciento de los hombres.
Con todo, Mar Aguilera, coordinadora general de la Fundación Alares, organización que busca el fomento de la Responsabilidad Social Corporativa, considera que, aunque queda mucho trabajo, «en los últimos tiempos se han dado pasos de gigante». «Las Administraciones públicas impulsan la corresponsabilidad a través de campañas de sensibilización», añade. Cierto es que países como Finlandia –«la baja maternal llega a ser de 9 meses», comenta Aguilera– nos aventajan. Sin embargo, «en EE UU, si una madre da a luz, al día siguiente se tiene que poner a trabajar». Para la Fundación Alares, el secreto para implantar una estrategia de conciliación consiste «en adaptarla a la competitividad empresarial. Porque la calidad de vida de las personas tiene que ir unida a la competitividad de la empresa».
Patricia Idiarte (34 años)
Patricia es feliz cuidando a sus tres hijos. Pero tampoco se engaña. «Me habría encantado seguir trabajando. Te da rabia», afirma. Formaba parte de una agencia de comunicación. Pero se dio cuenta de que no podía afrontar los gastos de guardería y, además, de una cuidadora. «Viajaba mucho y no tenía horarios», recuerda. Ahora puede dedicar a sus pequeños el cariño y la atención que precisan. «He repetido los cursos de Primaria», bromea. Su experiencia le ha enseñado que no estamos tan avanzados como dicen. «Mucha conciliación, pero estamos como cuando la mujer votó por primera vez».
Los hombres, sin margen para conciliar
«Si eres hombre y pides conciliar, estás muerto». Marcos, de 34 años, tuvo hace 6 meses a su primer hijo. Al ganar menos dinero que su mujer, pensaron que lo mejor era que fuera él quien pidiera reducir la jornada. «Pero ni me lo planteé. Por la cantidad de horas que exige mi trabajo, vives por y para el "curro". Si ven que tienes una vida fuera, te relegan», afirma. Y es que «no es lo mismo que lo pida una mujer. A ellas se les da por hecho que pueden pedir una reducción de jornada».
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