Crítica de libros
Para huir de la berrea política por Antonio PÉREZ HENARES
Sustraerse en el día de hoy a los «metales» políticos es tarea casi imposible, pero por si alguno queda inmune a las «berreas» partidarias, o tras su resaca, les animo a que este crepúsculo o al clarear del día de mañana si tienen la fortuna de poder estar en el campo o tener a mano un parque y un jardín presten oído al concierto que las aves ofrecen gratuitamente de manera cotidiana.
Nunca como en esta época podemos asistir a esta inusual sinfonía que tiene incluso un matiz de sonidos africanos. La otra noche me sorprendí al comprobar que una voz me sonaba a un viaje por el bush sudafricano. Era el extraño canto de un chotacabras. Pero africanos son también los vencejos, las golondrinas y los abejarucos.
El atardecer es ahora, también en la ciudad el momento elegido para la competición de arias entre los mirlos y el pulso del cuco y el autillo. En la noche a veces todos quedan eclipsados por la llegada del tenor. No es otro que el pequeño y pardo ruiseñor que escondido en un minúsculo seto trasforma en cristal todo el espacio. El amanecer es de decenas de especies de los pajarillos donde cada uno reclama para sí una parte del escenario. El campo entero es un trino, centenares de trinos. Pero lo es también cualquier rincón de la ciudad. Por un instante olviden ustedes los ruidos humanos y deténganse a oír los sonidos de la Naturaleza. Eso que llamamos por contraste con nuestro barullo, silencio y que nunca es tal.
Seguro que se sienten ustedes más que reconfortados y con el ánimo mejor dispuesto a aguantar cuanto las urnas, para bien o para mal, nos deparen.
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