Barcelona
El Barça aplasta al Almería (0-8)
El Barcelona necesitó poco más de media hora para marcar cinco goles y luego hizo otros tres, pero el partido se acabó bastante antes de que se completara la «manita». Mientras el Almería y los azulgrana conviven en la misma Liga, su fútbol habita en planetas muy lejanos entre sí.
Las similitudes entre ambos equipos no llegan mucho más allá de las ideas de sus técnicos, que siempre han seguido la misma corriente de pensamiento en lo futbolístico. Cada vez que tiene oportunidad, Guardiola elogia el trabajo de Juanma Lillo, que ayer vio impotente cómo sus chicos eran aplastados por una apisonadora absolutamente deliciosa. La maquinaria barcelonista fue demasiado para el Almería, que no tiene cilindrada suficiente para soportar una tarde inspirada del vigente campeón.
La histórica goleada partió del mismo sitio que todas las grandes victorias de este Barça: la posesión del balón. Los azulgrana castigaron a su rival con minutos y minutos de toque y toque, esperando el momento ideal para lanzar un directo a la mandíbula. Los chicos de Guardiola no necesitaban sudar para dominar de forma abusiva, mientras que los únicos que corrían era el balón y los jugadores rivales. La superioridad era tal que parecía que los futbolistas del Almería jugaban sonrojados y con ganas de desaparecer del césped. Su único recurso era amontonarse cerca de Alves y tratar, atropelladamente, de defenderse. Tan desbordados se sentían que algunos de sus intentos acabaron en un pase sin querer a Iniesta para que hiciese el segundo tanto y en un autogol de Acasiete que suponía el tercero para los azulgrana.
Los atacantes barcelonistas convirtieron la frontal del área enemiga en un tapete de billar en el que tiraban paredes en busca de la carambola perfecta. En una de ésas, Messi desató el chaparrón, con su gol habitual, ese en el que después de combinar con un compañero, ayer fue Villa, elige uno de los costados de la portería para fusilar al portero.
Pedrito y otra vez Leo cerraron antes del descanso el partido, que sólo dejó para la segunda parte la incertidumbre de si la goleada acabaría siendo histórica. Guardiola ya empezó a pensar en el clásico antes del choque de ayer, cuando colocó a Piqué en el banquillo para protegerlo de la quinta amarilla. En el intermedio, dejó a Iniesta y Xavi en el vestuario, y sólo le faltó quedarse él también para empezar a ver un vídeo del Real Madrid. Bojan fue el elegido para aliviar el cuentakilómetros de Pedrito y el canterano lo aprovechó para unirse a la fiesta. Messi, que lo quiere jugar todo y no sabe lo que significa el verbo descansar, completó su «hat trick».
Lo peor para el Almería y para el puesto de trabajo de Lillo fue que lo hizo andando, casi sin despeinarse, esperando tranquilamente a Mourinho y su pizarra.
Messi alcanza los 101 goles y el Almería despide a Juanma Lillo
Leo Messi prolongó en Almería su magnífico momento de forma. El argentino sumó ayer su octavo partido consecutivo marcando al menos un gol, y con los tres que hizo a los de Juanma Lillo alcanzó los 101 en la Liga española. Para el técnico almeriense la noche fue mucho más triste, porque fue fulminantemente despedido sólo una hora después del final del choque. «Sabía que tenía el tiro pegado desde hace tiempo, era cuestión de tiempo». La directiva le acusó de que hacía tiempo que el equipo no era competitivo y de que no entrenaba de forma adecuada a los jugadores. Lillo es el cuarto entrenador que pierde el trabajo en lo que va de temporada y Marcelino García Toral parte desde la «pole» para sustituirlo.
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