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50 héroes luchan en Fukushima-1 para evitar el horror

El sentido del deber y del honor profundamente enraizados en los estrictos códigos de conducta japonesa afloran y engrandecen cada una de las historias humanas por mínimas que sean que se suceden estos días de estupor y crisis en la isla.

Trabajadores de la central japonesa
Trabajadores de la central japonesalarazon

En la central de Fukusima Daiichi (o número uno), que trabaja sin descanso para evitar un escenario inimaginable, la compañía propietaria de la planta, Tokyo Electric Power (Tepco, en siglas) ordenó ayer la evacuación de toda su plantilla excepto aquellos considerados como «imprescindibles». 750 trabajadores abandonaron esta zona de máximo riesgo radioactivo, mientras que 50 técnicos se han quedado para seguir con las titánicas labores de refrigeración en cuatro de sus seis reactores. La central de Fukushima entró en un estado de emergencia el pasado 12 de marzo. La explosión de hidrógeno en el reactor 1 producida a las 3:36 de la tarde (7:36 hora peninsular) e hirió a cuatro trabajadores. Era el primero de los sacrificios. Tepco aseguró que sus vidas no corrían peligro y que los daños sufridos eran leves. El lunes, una segunda explosión tuvo lugar de madrugada (11:01 en Japón) en el reactor 3. Esta vez, seis técnicos salieron malheridos. Horas más tarde, a las 22:20 en España (06:20 del día 15 en Japón) se produjo una tercera detonación en el reactor 2. Ha sido la más potente de las tres produciendo una fuga radiactiva descontrolada. Técnicos de la agencia nuclear de Naciones Unidas y de Estados Unidos se han desplazado para prestar asistencia a los que se conocen como los 50 héroes de Fukushima. Tepco mantiene informado al Gobierno de Kan, pero éste ayer expresó una queja formal por la lentitud en la confirmación de los datos. Sospechan que la compañía retiene los acontecimientos a la espera de que se pueda dar un vuelco a la situación. En 2007, Tokyo Electric Power se enfrentó a acusaciones de secretismo en torno a los daños producidos por la sacudida de un terremoto en la central de Kashiwazaki, entre las mayores del mundo con 21 reactores. Ha mejorado los canales de comunicación, pero, a tenor de lo ocurrido, no parece que sea con el nivel de transparencia deseable.