Italia

Ruido silencioso

La Razón
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Zapatero ha decidido prolongar la alarma para poder mantener la calma, una situación paradójica. Tanto como aquélla que describía Danny Rose: «Nuestra familia vivía encima de una bolera y todas las tardes subía el dueño a protestar por el ruido que hacíamos». Es este Gobierno el que hace ruido, no la ciudadanía, en estado de shock ante semejante familia de punkies trajeados. Alfredo Pérez Rubalcaba es un animal político que: (1) Ensaya las turbulentas posibilidades de un estado de militarización el puente de la Constitución y (2) se glorifica en su prolongación justificando que ha sido una exigencia de Sus Majestades de Oriente. Y mientras en la calle el ruido y la agitación son un efecto placebo, el retiro espiritual de ZP está inspirado en aquella medida tomada en la Italia prebélica. El decreto de un perímetro de insonorización para el palacio de Vittorio Emmanuelle, que prohibía hacer sonar las campanas de las iglesias vecinas, los silbatos de los guardias y los teléfonos de las residencias próximas. Todo para que el presidente pudiera pensar, que en nuestro caso es lo mismo que descansar. Madrid, como aquella Roma, se agita, pero La Moncloa es un palacio sin dirección geográfica ni código postal. Un lugar en la imaginación del presidente, donde medita el futuro con los oídos blindados ante el piar de un gorrión.