Convenios colectivos
La reforma laboral
La reforma laboral nació huérfana. Ni empresarios, ni sindicatos la quisieron hacer suya. Unos por insuficiente y los otros por excesiva.
No es algo nuevo, ya ha sucedido en otras ocasiones. La mayoría de las otras seis reformas también sufrieron no sólo una falta de cariño, si no que sintieron un rechazo frontal, expresado mediante huelgas generales como la de hace una semana. Ahora bien, la experiencia nos enseña dos cosas. La primera, que las reformas que fueron aceptadas han funcionado mejor; y, la segunda, que algunas, a pesar de haber nacido huérfanas, fueron adoptadas más tarde. Eso sí, el plazo de adopción fue largo.
CEOE, UGT y CC OO deben decidir si quieren hacérsela suya, o no. Si optan por hacerlo, tienen una oportunidad de oro en las negociaciones sobre los convenios y el desarrollo de la ley. Ningún gobierno se negará a trasladar a una ley lo que acuerden entre ellos, aunque ello pudiera comportar una rectificación de lo aprobado.
Ejercer ese poder, llegar a un acuerdo útil, tiene su precio. Deben estar dispuestos a perder «plumas» en el envite, a mojarse. Si la actitud es la mantenida hasta ahora: «Yo no cedo nada y que el Gobierno me traiga lo que no soy capaz de negociar con la otra parte», entonces no habrá acuerdo. Entonces, todos perderemos.
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