Crisis del PSOE

Por qué nadie dimite

La Razón
La RazónLa Razón

Una de las cosas que más me ha llamado la atención es que las dimisiones, tras el fracaso electoral del 22-M, son más bien escasas. Esto no ayuda a dignificar la política y ofrecer un mensaje de regeneración. Los socialistas han cosechado uno de los mayores fracasos desde las elecciones de 1977. Lo razonable hubiera sido una cascada de dimisiones para dar paso a nuevas caras, pero todo sigue igual. La única renovación anunciada, dicho con ironía, es que Rubalcaba será el candidato a la presidencia y que, además, podría no renunciar a sus cargos en el Gobierno. No es, precisamente, una gran renovación cuando es el hilo conductor entre el felipismo y el zapaterismo. Un superviviente de los diferentes hundimientos que ha sufrido el PSOE. En las autonomías y los municipios todo sigue petreo, porque la mayor parte de sus dirigentes no quiere volver a sus profesiones o incluso no tiene otra expectativa de sueldo que no sea el público. Un escenario inquietante que sin lugar a dudas le pasará factura al PSOE en las elecciones generales.