Nueva York

II / Europa: Volver a la órbita de la UE por José María MARCO

España necesita volver a participar activamente en la construcción de la UE. La crisis financiera abre la puerta a nuevos horizontes en el club de los 27. Pero ya no vale con el entusiasmo europeista y el seguidismo de Francia y Alemania.

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A su llegada al poder, Rodríguez Zapatero declaró que España iba a volver al corazón de Europa. Quería decir que íbamos a alejarnos del atlantismo. Insinuaba que España volvería bajo la protección del eje franco alemán, que vio su hegemonía puesta en duda tras la recomposición de las relaciones internacionales provocada por el 11-S. Las dos opciones fueron un fracaso. El entonces nuevo presidente obligó a los militares españoles a desertar de Irak, pero pagó la cobardía alineándose como nunca con EE UU. En cuanto al eje franco alemán, el retorno fue un fiasco porque estaba dejando de existir en el preciso momento en el que Zapatero inició su retorno. Para entonces Chirac y Schroeder, con sus dispendios presupuestarios, incumplían los acuerdos económicos previos al euro. Allí empezó una parte de la crisis actual, la que afecta, justamente, a la credibilidad del euro.

El corazón de Europa
Aquello no le importaba a Zapatero. Para él, el «corazón de Europa» era un eslogan ideológico. Por un lado, era una opción pacifista y progresista: como «Europa» no tiene ni ha tenido nunca una política exterior propia, tal vez podría acomodar sus proyectos «planetarios». Frente a los «neocon» o los «ultraliberales» norteamericanos y atlantistas, «Europa» significaba la reafirmación de algo muy confuso, pero de perfiles fáciles de entender: la apoteosis del mega Estado del Bienestar que respaldaría y legitimaría su proyecto progresista, que no socialdemócrata. «Europa», como en una parodia de la afirmación de Ortega, era la solución final al problema de España: la (inexistente) nación española quedaría disuelta en una entidad superior, postnacional. Así se iban a solucionar los problemas de identidad de nuestros socialistas.

Sin ideología
Ninguna de estas aspiraciones ha tenido éxito. La política exterior como militancia ideológica ha fracasado, muy particularmente en la Unión y en especial en los casos cubano y venezolano. España no puede seguir ejerciendo de representante y lobbista de regímenes como el de Cuba y el de Venezuela. Además, con independencia de las cada vez más complejas relaciones bilaterales con los países hermanos, si España quiere seguir teniendo una política regional consistente ante Latinoamérica (lo que implica una determinada opción global), habrá que replantear con seriedad el papel que en este sentido quiere jugar dentro de la UE. En este punto, como en los demás, hemos retrocedido.
Intereses nacionales

En estos años se ha cumplido lo que ya se veía venir desde la caída del Muro de Berlín y luego con el 11-S. En vez de disolverse, las naciones han ido cobrando más importancia. Así que los nuevos representantes de nuestra política exterior habrán de volver a defender los intereses nacionales, abandonados por los socialistas. La política exterior española habrá de ocuparse prioritariamente de nuestra industria agrícola o los de nuestros intereses energéticos (por ejemplo, en cuanto al paso por aquí, para su distribución en el resto de Europa) del gas argelino. No hay por qué plegarse siempre al gobierno francés, que jamás nos ha representado.

Tampoco podremos seguir haciéndonos ilusiones acerca de las políticas de defensa. Europa no ha tenido una política común en este aspecto, y las posibilidades están hoy más lejos que nunca, como ha demostrado la crisis libia, en la que han prevalecido los intereses de Francia y la nueva alianza franco-británica. Otro tanto ocurre con las políticas de inmigración y de seguridad. En resumen, se cierra una etapa en la que hemos hecho sustancialmente el ridículo.

El nuevo compromiso europeo
El problema europeo más serio es, claro está, la crisis del euro. Cuando se implantó el euro, en los años noventa, se sabía que habría que acometer reformas que aseguraran la viabilidad de la nueva moneda. La naturaleza gradualista y negociadora de la UE llevaba a suponer que esas reformas se irían poniendo en marcha a partir de ahí. Poco a poco, claro está, pero de forma efectiva. Pues bien, desde entonces no se ha hecho nada de lo que habría sido necesario para paliar unos desequilibrios que inevitablemente acabarían poniendo en cuestión el euro y, con él, el proyecto de la UE.

Así es cómo hemos llegado a una situación nueva que va a exigir una redefinición de la Unión, algo parecido a un pacto fundador. Es muy probable que el rescate del euro y la supervivencia de la Unión requieran una nueva cesión de soberanía por parte de los países miembros, que complete la que se llevó a cabo, al parecer sólo simbólicamente, con la creación del euro. En este punto España ya no podrá continuar con su peculiar europeísmo, en el que el fervor y el entusiasmo van a la par con el seguidismo con respecto a Francia y a Alemania. Ha llegado la hora, por tanto, de volver a tomar parte activa, en primera línea, en la definición de la Unión Europea.

Esto exige reformas internas que vayan más allá de las medidas improvisadas y provisionales, centradas además en el recorte del Estado. Además de garantizar la disciplina presupuestaria, habrá que tomar decisiones que fomenten el crecimiento, tanto aquí, en nuestro país, como en el resto de Europa.

España tiene problemas de liquidez, pero no es un país insolvente, como Grecia. La opinión pública española no es contraria a las reformas, al revés. Deberíamos ser capaces de aprovechar esta circunstancia. En contra de lo que tantas veces se dice, España está otra vez en situación de ser protagonista de la nueva situación europea.


José María Marco
Columnista y escritor


«Rajoy ha identificado correctamente los problemas de España»
Charles Tannock. Diputado del Partido Conservador británico
«En mi opinión, Mariano Rajoy ha identificado correctamente los principales problemas sociales y económicos evidentes en España. España necesita tomar medidas estrictas de austeridad para reducir su deuda si trata de evitar los peligros de Grecia, y la política fiscal del Gobierno británico de coalición de Conservadores y Liberal Demócratas es un ejemplo del enfoque estricto que se tiene que llevar a cabo. En Reino Unido el 80% de la reducción del déficit se ha conseguido a través de la reducción del gasto público y sólo el 20% proviene de los aumentos de los impuestos para evitar constreñir el crecimiento cuando más lo necesitamos. También es necesario tener una visión sólida y fuerte sobre la criminalidad y el terrorismo en el país y en el extranjero y debe haber un nuevo compromiso no sólo con la UE, sino también con los países que están fuera de ella. En particular, España tiene una posición clave en el mundo latinoamericano. En cualquier gran nación siempre hay margen para la recuperación. Pero no será fácil para España salir de la crisis en la que está inmersa».


«Su visión de España hace de Rajoy un excelente líder para la Unión Europea»
Michèle Alliot-Marie
. Vicepresidenta del Consejo Nacional de la UMP (Francia)
«Creo, efectivamente, que el candidato del Partido Popular español, Mariano Rajoy, tiene la experiencia necesaria para conducir a España durante los próximos años hacia la salida de la crisis económica en la que estamos inmersos. Pero, además, el presidente de los conservadores españoles tiene también una visión de España que hace de él un excelente líder para todos aquellos que quieren que su país juegue todo su papel, que debe ser un gran papel en mi opinión, en el seno de la Unión Europea. Destacaría como característica fundamental de Rajoy una ambición que también juega a su favor como futuro presidente».


EN PRIMERA PERSONA
Lorena Martín Mújica. Licenciada en Administración y Dirección de Empresas y en Investigación de Mercados.
«Me fui a Nueva York porque encontrar trabajo en Madrid supuso una misión casi imposible»
Al volver de un año de Erasmus me di cuenta de que había muchas oportunidades en el extranjero y tuve la suerte de que me salieron unas prácticas de tres meses en Nueva York y ya llevo un año trabajando en esta ciudad de locos. Volveré a España seguro, porque aunque el trabajo allí no abunde, la calidad de vida no tiene nada que ver, aunque las oportunidades que hay en el extranjero, en España son impesables.