Lenguaje
Cosquillas sí pero antes del sexo
Bien hechas, nos hacen desprender endorfinas y estimulan el deseo. Sin embargo, no todos son capaces de soportarlas y ciertas prácticas, como el sexo oral, pueden volverse desagradables
Unas manos prodigiosas no acarician sólo violines o pianos. Pueden hacer mucho más. Se deslizan, sujetan, incluso hablan. Pero para muchos, una de sus mejores habilidades son las cosquillas. Porque, precisamente éstas últimas, hechas con arte, pueden disparar la libido de la pareja. El preludio ideal de una buena sesión amatoria.
Para el Secretario General de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), Miguel Ángel Cueto, «el contacto físico y la risa que suelen provocar involuntariamente las cosquillas hacen que se generen endorfinas, estimulando nuestro bienestar y el deseo sexual. Además, se incrementa la autoestima al sentirnos deseados por la otra persona. Al relajar tensiones, puede propiciar una actitud receptiva adecuada».
Tanto es así, que ya hay centros especializados en realizar sesiones de cosquillas que duran de 15 minutos a una hora. Aunque éstas, más que despertar la pasión, relajan.
Aunque el nivel de sensibilidad varía según cada cual, para empezar con ciertas garantías se puede marcar un recorrido erótico partiendo de las axilas, deslizándose por los laterales, siguiendo por las ingles, bajar después hasta la cara interna de las rodillas y, para los valientes, dedicarle un tiempo a las plantas de los pies.
El orden, el que se prefiera. El instrumental para meterse en faena, el que de la imaginación o el que se tenga más a mano en el momento, dicen los expertos. Plumas, pinceles, la lengua, el propio pene (aunque su uso es más propio de un juego erótico que para hacer cosquillas)...
Piloto automático
Sin embargo, lo que para algunos es una experiencia casi orgásmica, para otros resulta incluso incómodo. Es lo que les ocurre a algunas parejas con el sexo oral. Las cosquillas en ciertos casos llevan a consultar a los sexólogos, porque, al practicarlo, se ven incapaces de soportar semejantes caricias. «Como siempre, no somos iguales y esa sensación que se experimenta en algunas partes del cuerpo cuando son ligeramente tocadas puede producir una conmoción desagradable para algunas de ellas», enfatiza el secretario de la FESS.
Por su parte, la terapeuta sexual y psicóloga estadounidense, Linda de Villers aclara que el esfuerzo por estimular al compañero o compañera no siempre viene acompañado de una respuesta positiva y automática. «Según mi experiencia profesional, se convierte más en un problema durante el sexo. No funciona como un interruptor mágico del deseo. No obstante, lo que sí se puede recomendar es que las utilicen como fase inicial y que las dejen al margen en el momento de comenzar la actividad sexual».
Si al probar no funciona como despertador del deseo, al menos puede resultar gracioso. «No cabe duda de que el sentido del humor es muy buen aliado para el disfrute sexual. De hecho, se utiliza como atractivo personal y puede servir de elemento moderador en las relaciones de pareja. Cuando el sexo es divertido y nuestra actitud positiva, dejamos de lado inseguridades y pensamientos que nos generan malestar», concluye Cueto.
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