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El Rey llama a hacer sacrificios desde la unidad de España

El discurso que Su Majestad el Rey dirigió anoche a los españoles es quizá uno de los que más expectación ha generado en los días previos y de los que más aplausos ha concitado. Directo, conciso, sin paráfrasis, el Rey envió mensajes muy claros.

Don Juan Carlos durante el discurso de Navidad
Don Juan Carlos durante el discurso de Navidadlarazon

Y eso que no ha sido éste un año fácil, ni para los españoles, azotados más profundamente por una crisis que no da respiro, ni para la propia Corona, que ha sufrido un acoso inusual desde distintos sectores a causa de las actividades «poco ejemplares» de Iñaki Urdangarín. Que Don Juan Carlos hablara en Nochebuena de la crisis estaba más que previsto; que lo hiciera del desempleo, su máxima preocupación en muchos de los discursos que ha pronunciado en los últimos tres años, necesario; que repitiera un mensaje de aliento y cercanía a las víctimas del terrorismo y otro de firmeza precisamente ante los pistoleros, tan evidente como que no hay ocasión en la que no lo haga.

Pero, ¿hablaría de Urdangarín?, era la pregunta que mucha gente se hacía antes de sentarse ante el televisor. Pues sí... y no. No le citó directamente, y sus palabras acerca de su preocupación acerca de la desconfianza respecto a la credibilidad y prestigio de «algunas de nuestras instituciones» puede interpretarse no sólo como una defensa de la Corona, sino también un lanza rota a favor de instituciones como la clase política, el Congreso o incluso la banca. El Rey reclamó en su alocución «rigor, seriedad y ejemplaridad», y subrayó que «todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar». A buen entendedor...

En esa línea, el Monarca hizo un llamamiento claro y rotundo en favor de la Justicia, para que cualquier actuación «censurable» deba ser juzgada y sancionada con arreglo a la Ley porque «la justicia es igual para todos». A cualquier entendedor...

Defensa de las instituciones
Al tiempo que lanzaba un mensaje tan rotundo hacia un llamamiento a la diferenciación entre el comportamiento individual de determinadas personas y el de la institución a la que pertenecen esas personas, porque si no, recalcó, se cometería una terrible injusticia con la «inmensa mayoría de los servidores públicos», e incluso con trabajadores del sector privado. De no establecer esas diferencias, avisa Don Juan Carlos, se dañaría enormemente a instituciones necesarias para la vertebración de nuestra sociedad.

Tan rotundo como esta parte tan ansiada del discurso fue el resto. Tan claro, tan directo y conciso que sorprendió a muchos, en uno de los mejores mensajes que se han escuchado de Don Juan Carlos. Porque si sus referencias a la ejemplaridad dejaban poco lugar a dudas, sus referencias a la crisis, al paro, al terrorismo e incluso a su propio hijo son lapidarias. Claro, que el Rey ya lo avisó al comienzo de su intervención: «Quiero hablaros con sinceridad y realismo». Y a fe que lo hizo. En ningún momento eludió hablar de la crisis y su severidad, evitó circunloquios para referirse a la tasa de desempleo como algo «moralmente inasumible para un país vertebrado, moderno y solidario como el nuestro» o para hablar de la cifra de parados como algo «inaceptable».

Este objetivo prioritario para el Monarca se entronca con una crisis para la que él tiene claro que serán necesarios muchos sacrificios pero para cuya salida no le falta confianza y optimismo. Confianza en los españoles, optimismo en un país fuerte que ha salido de muchas situaciones difíciles y disponibilidad de la Corona como símbolo de unidad y permanencia del Estado para salir adelante. Más allá aún, su compromiso personal para sumar voluntades, acercar posiciones y buscar avenencias en aras de un futuro mejor para España.

Memoria y dignidad

Pero si fue claro acerca de la crisis y el paro, más aún lo fue al hablar del terrorismo. Quienes esperaran un mensaje optimista respecto al cese definitivo de la actividad armada de ETA se encontraron con un Rey que dedicó una buena parte de su discurso a mostrar su cercanía con las víctimas de esa lacra, con aquellos que perdieron la vida, con sus familias, con los que quedaron mutilados, fueron extorsionados o tuvieron que exiliarse. A todos ellos les envió un mensaje de memoria, dignidad y justicia. De dignidad por la grandeza de su entereza; de justicia por el compromiso de una sociedad libre que exige precisamente eso, justicia, pero que va más allá y reclama reparación.

Junto con ese recuerdo emocionado a las víctimas del terror, Don Juan Carlos dejó claro que no es ETA quien triunfa, que no se ha llegado a una situación como ésta gracias a la banda sino a la firmeza de una sociedad, de los partidos políticos y de las fuerzas de seguridad, que les han demostrado que «los proyectos totalitarios no tienen cabida en la España democrática». Y también sin frases ambiguas ni necesitadas de interpretación envió este «recado» a los etarras: «Ahora es ya tiempo de que los terroristas entreguen sus armas asesinas y desaparezcan para siempre de nuestras vidas». Más claro no se puede decir.

El Rey acabó su discurso con dos referencias directas a sí mismo y a su hijo, el Príncipe. La primera, para agradecer las muestras de preocupación por su salud, «felizmente recuperada»; la segunda, para realizar un alegato en favor del trabajo que Don Felipe realiza junto a él en el servicio a España y los españoles.

El Monarca repasó así los asuntos más señalados del año que acaba ahora, no sin hacer una apuesta por la vuelta de España al centro de una Europa en la que se encuentra profundamente enraizada, ni de apelar a una Constitución que ha vertebrado un país próspero y estable.
Don Juan Carlos, muy expresivo en su alocución dibujó así una situación que requerirá sacrificios y mucho trabajo, pero que para afrontarla los españoles cuentan no sólo con la entrega total de la Corona, sino con una serie de valores que invitan a la confianza y al optimismo más elocuente, que será realidad, según la visión del Monarca, desde la necesaria unidad no sólo social, sino también política y de todos los agentes implicados en la salida de la crisis. Ése fue su último mensaje, mirando al fututo más inmediato su llamamiento final de ayer: «Estemos unidos. España lo merece y lo necesita».

 

LOS DETALLES
La foto

Tras el Rey se podía ver una fotografía en la que aparece acompañado por Rajoy y Zapatero en el traspaso de poderes que simbolizaba el papel continuador de la Corona

El Misterio
Don Juan Carlos no renuncia en la escenografía del mensaje al tradicional Misterio que siempre le acompaña y que siempre es el mismo, propiedad de Patrimonio del Estado

El árbol
El año pasado, los tonos demasiado rojos de la decoración del árbol navideño han sido sustituidos por otros más suaves y sobrios, menos llamativos.