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Desenfrenado

La Razón
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No es una impresión subjetiva. Es una confesión de parte. El gusto por el libertinaje le ha perdido a DSK. Presunciones de inocencia incluidas, su carrera política ha quedado sepultada por su desenfreno, no por sus palabras sino por sus obras; por la falta de respeto a una serie de normas no escritas, porque el cumplimiento de las mismas se da por hecho en una serie de círculos en los que con más frecuencia de la éticamente deseable son vulneradas. Es innecesario esperar a que la Justicia determine si ha cometido o no algún acto ilegal. A la postre ése sería para el ex patrón del FMI un agravante a sus aventuras y desventuras de alcoba. Ya eran dos acusaciones las que pesaban con anterioridad sobre su comportamiento violento y, en una de ellas, no fue condenado por haber prescrito los cargos. El calendario le salvó. Se abre un dossier cuyas conclusiones están por escribir pero cuyas páginas centrales ya están siendo pergeñadas. De su último «affaire» se señaló que el intento de violación era sodomía, que era un rico cretino y que representaba a una nación como Francia con las manos sucias, en la que no era difícil encontrar a élites locas y depravadas. DSK se ha convertido en una presa fácil. Ha abierto la veda de nuevo para el linchamiento mediático y social. Sería deseable que la desmesura con la que presuntamente se ha conducido no la reprodujeran sus detractores. Las ejecuciones sin procesos, tumultuosas, son propias de regímenes distintos a los democráticos. Más cuando el ejecutado no es un reo sino un sospechoso.