Actualidad

El duende del bosque por Antonio PÉREZ HENARES

El duende del bosque por Antonio PÉREZ HENARES
El duende del bosque por Antonio PÉREZ HENARESlarazon

Los bosques españoles tienen duendes. No llevan gorros verdes ni viven en las setas. Éstos son duendes de verdad. Son unos pequeños cérvidos, esquivos aunque curiosos, de pezuña ligera y silencioso transitar. Son los corzos. Y su apodo: los duendes del bosque. Aparecen repentinamente ante nosotros. Donde no había nada de pronto allí está su grácil silueta. Han brotado al claro del monte, al sembrado, a la pequeña pradera entre los arbustos que hasta ese momento los habían ocultado. Allí están ahora y de pronto algo, un suspiro, unos saltos, su peculiar ladrido de alarma y ya no están. Han desaparecido ante nuestra vista, como por arte de magia. El corzo ha protagonizado la mayor recolonización y expansión de una especie en España. En los últimos 30 años su especie ha ocupado territorios donde no se tenía noticia de su presencia, ha vuelto a asentarse donde un día lejano desapareció, se ha multiplicado hasta alcanzar cotas inauditas de población en los lugares más propicios y hasta se ha introducido en parques y jardines de algunas ciudades. Hay corzos por todos lados, de norte a sur, en las praderías cantábricas, en las serranías mediterráneas y en las lomas arboladas de nuestras mesetas. Todo les sirve, un redondel de vegetación en medio de los campos de pan llevar, un arroyo con espesa vegetación en la paramera, un buen bosque de robles o una dehesa de encinas, un jaral, un piornal, un chaparral o la alameda cercana a un río. Un mínimo refugio, un algo de sosiego, que ya se encargarán ellos, golosos, de buscar, melindrosos, el bocado más tierno y el brote más joven. Los espacios boscosos son su escenario ideal por lo que el medio agrícola les favorece. No rechazan acercarse a las poblaciones y acudirán a comer a sus cultivos, para desesperación de los hortelanos, y a saciar su sed en los abrevaderos de los ganados. Especie cinegética de cada vez más codiciado trofeo, cuya caza muy selectiva, controlada y reglada de acuerdo a su población y periodos reproductivos, tal condición no sólo no ha sido perjudicial, sino que. por lo que parece, ha sido altamente beneficiosa para su increíble expansión.