Medidas económicas

Urgencia y pulso por José María Marco

La Razón
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Es un lugar común afirmar que la victoria de Mariano Rajoy y del Partido Popular se encuadra en una crisis económica sin precedentes. Es cierto, sin duda, aunque convendría calibrar con precisión lo que esta crisis significa. La crisis que se fue fraguando en 2007 y se desencadenó en septiembre de 2008 no es una simple crisis de ajuste. Es un cambio de modelo económico, pero también social, cultural, y de alcance global. El mundo que va a salir de este terremoto va a tener poco que ver con el que hemos conocido, y las certezas y las creencias que cuajen a partir de aquí no van a ser las mismas con las que hemos vivido en el siglo XX, que habrá durado hasta los primeros años del siguiente, del nuestro ahora. Si se tiene en cuenta esto, que centrará los debates que vienen, la victoria del PP y de Rajoy cobra un sentido un poco distinto del que habitualmente se le atribuye. Está claro que los nuevos responsables políticos se enfrentan a una tarea urgente para poner remedio a la situación que heredan de sus predecesores socialistas. El mandato, en este sentido, es inequívoco. Habrá que actuar deprisa, en particular para reducir la desconfianza de los inversores y, más aún, el miedo de los españoles: miedo a contratar, miedo a perder el trabajo, miedo a verse engullidos por una terrible espiral de marginación y soledad. Rajoy hizo bien, en su discurso de Génova, en referirse al sufrimiento de muchos de nuestros compatriotas. La justicia, la solidaridad y la compasión, sin las que pierde sentido la propia existencia de una comunidad política, son elementos clave del nuevo proyecto.

Ahora bien, la misma dimensión del reto requiere que, además de la urgencia, Rajoy y su equipo calibren bien las medidas que habrán de tomar en estos días. La presión no debe llevar a la precipitación y las decisiones de estas horas tendrán que estar encuadradas en una estrategia que tenga en cuenta la dimensión del cambio que estamos viviendo. Desde esta perspectiva, la disposición al diálogo de la que también hizo gala Rajoy en Génova es un elemento fundamental. Para ello, para hablar con los afectados, con las instituciones y los gobiernos europeos y con las demás fuerzas políticas, el futuro gobierno del Partido Popular cuenta, precisamente, con la autoridad que le otorga un respaldo de dimensiones históricas.

Las nuevas Cortes, que combinan la mayoría absoluta del PP con la presencia de múltiples grupos políticos relevantes, ofrecen una buena ocasión para practicar este método, sin el cual las mejores intenciones se frustrarán. El PSOE debería ser invitado a participar en este esfuerzo. Les corresponde a los socialistas, sin embargo, sacar las consecuencias de la derrota del domingo y aprender cuál es su significado. A esto les han conducido la arrogancia y la intransigencia. Veremos si se atreven a reflexionar y a cambiar.