Sevilla

De pitos y cornás

La Razón
La RazónLa Razón

La calle hierve con el burbujeo de la protesta. En París están secando las gasolineras y los estudiantes llevan días gritando «non a la reforme». No a la reforma de las pensiones que pretende retrasar, como en España, la edad de jubilación a los 67 años. Hace menos de un mes de la discreta huelga general. Una semana exactamente hace de la asonada a Zapatero el día de la Hispanidad, en el desfile madrileño de las fuerzas armadas. Hay muchas voces que piden salirse a codazos de la partitura oficial, del protocolo y de las inauguraciones. Precisamente en este pasillo a las municipales de mayo que estará lleno –como todos los pasillos electorales– de cortes de cinta, de botaduras políticas, de alfombra roja y de tíos con las manos en los bolsillos que supervisan, con casco blanco de obra, construcciones a punto de caramelo sobre las que no tienen ni puñetera idea. Tíos como el ahora flamante delegado del Gobierno en Andalucía, Luis García Garrido, quien en su fugaz paso por la Consejería de Obras Públicas dejó una perla para la posteridad. «Esto es un obrón» dijo, con retórica sanluqueña, como si acabara de ver la pirámide de keops, en la visita a la nueva esclusa de la capital hispalense.
Pero a lo que íbamos era al clima de protesta. Como la que protagonizaron el domingo los de la Agencia Andaluza del Agua en la reinauguración de la Plaza de España de Sevilla. Los mismos que en el primer Pleno de septiembre se infiltraron en la tribuna de invitados de la Cámara y, al grito de «devolved el Guadalquivir», animaron una sesión de control de «jet lag» veraniego. En la plaza de España no estaba, sin embargo, el presidente Griñán, que es el que –según denuncian los afectados– hará fijos de rondón a 20.000 trabajadores «a dedo» de las empresas públicas.
En París, en el Senado francés, el ministro de Trabajo Eric Woerth ya ha dejado claro que o hay jubilación a los 67 o hay jubilación a los 67, «le pese a quien le pese». Zapatero pacta el traspaso de 20 nuevas competencias para el País Vasco a cambio de 18 meses de poltrona. Y el ex presidente Chaves, en la plaza de España, diría lo que Rafael «El Gallo» un día de bronca gorda: «Los pitos se los lleva el viento y las cornás me las quedo yo».