Literatura

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Eureka

La Razón
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Mi madre, superviviente de un holocausto que algún día me dejará contar, consiguió vivir y seguir adelante gracias a su sentido del humor. No importaba cuan horrible fuera el panorama conocido que la esperase en las horas siguientes ni en las semanas que vinieran, ni cuáles fueran los síntomas terribles que intuyera, que a ella jamás le faltó un chiste que hacer sobre sí misma o sobre su circunstancia. Cuanto más sufría, más caricatura usaba. Cuanto más se notaba al borde del abismo, más risas provocaba. El sentido del humor es una ciencia merecedora de un Premio Nobel de esos de postín, aunque de momento, que no es poca cosa, se lo han atizado a dos físicos cachondos de categoría. Se trata de dos señores muy serios, en teoría, que han inventado una cosica que les ha valido el galardón de esas academias de frío eterno y pompa larga. El hallazgo consiste en un material bidimensional, de características únicas, que podría revolucionar los dispositivos electrónicos en pocos años. Eso es lo que nos han dejado para la posteridad, y encima descojonaos.
Este par de humoristas que se han ganado el Nobel de Física ya bromearon con todos nosotros hace unos años, y sin embargo, nos han demostrado que esto de reírse de uno mismo no está del todo de más aunque uno sea un genio en lo suyo. El mayor de los dos en un ganso profesional: en 2001 publicó una teoría sobre la rotación de la tierra que firmaba junto a su hamster. Doce meses antes del Nobel ganó el anti Nobel, y se lo ganó a pulso con una paparrucha graciosísima sobre la levitación de una rana, leve levitación, eso sí, gracias a la ayuda de fuerzas magnéticas. Del otro habrá que decir que tiene pelazo, un nombre impronunciable, y tanto talento para descubrir a pachas lo que sea eso que ha descubierto, como para asociarse a otra eminencia con la pinta del bonico del tó.
Es una maravillosa noticia que dos tipos tan irreverentes se hayan mercado lo que muy pocos son capaces de trincar. Y para colmo, el de Literatura, se lo han atizado al que menos contaba en las apuestas, a un peruano pintón, divertido, y autor de un puñado de libros que nos han tenido enganchados a todos, uno de esos escritores que provocan hasta al más brutito de los mortales. Dicen que el sentido del humor consiste, sobre todo, en reírse de las desdichas propias. Estos tres también han debido pasárselo bomba, a costa, esta vez, de sus propias dichas.