Campaña electoral
Quince o menos por Jorge Urosa
Se ha perdido la frescura, la originalidad y la capacidad de enganche de un movimiento que si empezó siendo un grito de protesta, un año después, está más cerca de una pataleta que de una rebeldía inteligente.
Ni siquiera le queda ya un aceptable eco internacional. Todo ello es consecuencia de la falta de un modelo social estructurado; dentro del famoso movimiento, los «indignados» no saben lo que quieren, ni como, ni cuando lo quieren.
Esta afirmación no es del todo cierta. Sí hay una minoría radical de izquierdas que intenta aprovecharse de la imagen del 15-M para imponer una visión ideológica cercana al más rancio marxismo deshumanizante. Detrás de la búsqueda de la uniformidad en los derechos y de la reclamación de privilegios de todo tipo y condición, se esconde un concepto absolutamente totalitario del mundo. Concepto éste que sin duda nos llevará a una igualdad forzada y alienante y a la abolición para conseguirla de la diferencia y la democracia.
La única forma de democracia que reconoce esta minoría es la popular, al estilo de la coreana o, con mucha suerte, de la venezolana. Sin embargo, no nos lo cuentan, lo ocultan, los del 15 de mayo nos tratan como a menores de edad, parecen políticos de lo más baqueteados. En realidad saben que, si nos lo contaran, lo mismo no les apoyaban ni los quince que se quedaron hasta la madrugada del lunes en Sol.
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