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El mejor Ferrer no es suficiente

El talento casi siempre pesa más que la tenacidad para desgracia de David Ferrer. «Ferru» jugó en las semifinales del Abierto de Australia uno de los mejores partidos de su vida en pista rápida, si no el mejor, pero se quedó a las puertas de su primera final de un «Grand Slam» porque enfrente estaba Andy Murray

Ferrer reaccionó en el cuarto set pero no supo rematar al escocés
Ferrer reaccionó en el cuarto set pero no supo rematar al escocéslarazon

Cayó en cuatro sets (4-6, 7-6 [7-2], 6-1 y 7-6 [7-2]) después de tres horas y 46 minutos ante un rival del que se sigue esperando la explosión definitiva en forma de un «grande». Ha perdido las dos finales que ha disputado. El escocés juega al tenis con una normalidad pasmosa. Ejecuta golpes geniales sin necesidad de grandes gestos y cuando su cabeza y su físico le responden es capaz de superar a cualquiera. Ferrer estuvo cerca de la final, tuvo serias opciones, pero terminó perdiendo muy a su estilo.

Pelea, pelea y más pelea. Dispuso de tres bolas de break en el sexto juego del segundo set para ponerse 4-2 y saque; tuvo un «set-ball» en esa manga con 5-4 para situarse con dos sets a cero… No fue capaz de concretarla y, aunque no dejó de luchar salvo en la tercera manga, en los dos «tie-breaks» fue manifiestamente inferior a Murray.

«¡¡¡Con primeros-segundos no voy a ningún lado!!!»; «Ten cuidado, ten cuidado…»; «¡¡¡Cruzada!!!»… Fueron algunos de los pensamientos que se le escaparon al español en voz alta durante el partido. Ninguno de ellos llegó en el primer set, cuando el nivel de su juego se reflejaba en los gestos de ánimo de su palco. Fue una puesta en escena perfecta. Además de devolverlo todo, tomaba la iniciativa. Era ambicioso. Desde el fondo, acercándose a la red, sirviendo con eficacia… Murray se vio desbordado hasta que decidió ponerse a jugar en el ecuador del segundo parcial, cuando una nueva final se le empezaba a escapar. Sin aparente esfuerzo, anclado en el centro de la pista y pegado a la línea llevó el partido a su terreno.

«Ferru» flaqueó en el primer desempate, que rápidamente se le puso 0-6, y se dispersó en el tercer set. Con todo en contra no trató de inventar nada nuevo. Se trataba de seguir peleando y prolongar el partido lo más posible. Se rehízo a una ruptura en el primer juego y forzó un nuevo «tie-break». Sólo aquí Murray volvió a sentirse superior.

El torneo y la derrota en semifinales son la constatación de que Ferrer es un jugador mejor de lo que él mismo se cree. Australia le ha ayudado a ponerle en su sitio. Detrás de Nadal, Federer, Djokovic y Murray no tiene nada que envidiar a nadie. Aunque le costara reconocerlo, su reflexión tras la derrota iba por ahí: «Me voy tocado porque es la vez que he estado más cerca de disputar una gran final. Me costará dormir por la tensión». El nuevo número seis del mundo sabe, y ése es el gran problema, que difícilmente volverá a encontrarse con una oportunidad similar.


Intrusos en la final
Desde enero de 2008 en Melbourne todas las finales de «Grand Slam» habían contado con la presencia de Nadal o Federer, cuando no de los dos. Trece «grandes» después, el español y el suizo verán un partido de los suyos por televisión. La cita de mañana (09:30) entre Djokovic y Murray no anuncia un cambio de ciclo. «Ya veremos dentro de seis meses», dijo Federer tras caer en semifinales. De lo que sí se trata es de una final inédita. El balance directo de enfrentamientos favorece al serbio (4-3), pero escarbando en los números hay detalles que sonríen al escocés. La última victoria de «Nole» fue en Montecarlo hace tres años y las tres de Andy han sido en pista dura, como la de Australia, y sin ceder un set.