Moda
Los fondos del armario ministerial
La titular de Cultura fue la más austera en la gala de los Goya, mientras Pajín y Salgado lucieron trajes de mayor precio
Tres ministras, tres estilos. La gala de los Goya dejó al descubierto las grandes diferencias entre la titular de Cultura, Ángeles González-Sinde, la responsable del Ministerio de Sanidad, Leire Pajín, y la ministra de Economía, Elena Salgado. La disparidad no estaba sólo en sus tejidos,ni en la talla, ni en sus colores, también se hace patente en el precio. Aunque sus creadores, Jesús del Pozo (González-Sinde), Juanjo Oliva (Salgado) y Hanníbal Laguna (Pajín) no han querido dar cifras a este periódico, las hemos averiguado. «Normalmente no facilitamos estos datos sobre los encargos de nuestras clientas», responde Oliva con extrema educación. Laguna, por su parte, nos explica que el vestido que lució Leire Pajín «no está a la venta». Sin embargo, bastaba darse una vuelta por las tiendas madrileñas de los tres creadores esta semana para conseguir, con el pretexto de querer «el vestido que llevó la ministra a los Goya», los precios exactos o aproximados.
En el caso del diseño de Jesús del Pozo, y que llevó la titular de Cultura, su precio es exactamente de 500 euros. Se trata de una pieza de la colección «prêt-à-porter» (no forma parte, por tanto, del desfile de primavera-verano presentado el pasado mes de septiembre en la Pasarela Cibeles, una colección denominada de «costura»), y aunque aún no se encuentra en tiendas, pues llegará a finales de marzo, sí aparece en el catálogo de la colección más comercial del genial creador. Y en el mismo color del que llevó la ministra. Esto significa que, no sólo no es un diseño exclusivo ni creado especialmente para ella, sino que, además, pertenece a la colección más asequible de Jesús del Pozo. Probablemente es un prototipo (pieza modelo a partir de la cual se crea la producción y que normalmente no se vende) y, muy probablemente, González-Sinde lo devolverá a la marca, si es que no lo ha hecho ya. «La ministra sabía perfectamente lo que quería para la noche de los Goya», comenta Jesús del Pozo con sus características formas exquisitas. «Se probó varias alternativas, pero enseguida eligió este modelo. Fue muy fácil», asegura. «Creo que el tono del vestido le favorecía mucho y que encajaba muy bien con su personalidad y el acto». ¿Un detalle de estilo de la ministra? «Prefirió que el chal que incorpora el vestido, y que ofrece muchas posibilidades de uso, le cubriera sólo un hombro, además de dejarlo en cola. Todo un acierto». ¿Quiere usted el vestido de González-Sinde, pero en otro color? Sepa que es posible sin embargo, al tratarse entonces de una modificación sobre un vestido de «prêt-à-porter», el precio directamente se duplica. Prepare 1.000 euros.
Una pieza de costura
Bastante más elevados son los precios que habrían pagado, en caso de que los hubieran adquirido, las otras dos ministras presentes en la gala. Elena Salgado lució impecable una pieza de Juanjo Oliva de inspiración helénica «en azul klein, uno de mis colores preferidos, drapeado al bies en muselina de seda y crepe», define su propio creador. ¿El precio? Entre 2.500 y 2.700 euros aproximadamente, como nos aseguraron en el taller que el diseñador tiene en la madrileña calle Orfila. En este caso, la pieza sí es de costura, y se trata de «una adaptación de un modelo de la colección P/V 2011», afirma su artífice, quien define el estilo de la ministra como «sencillo, elegante y moderno desde una perspectiva clásica». La duda es si la ministra lo ha comprado, aunque lo más lógico sería pensar que no. Un vestido con tanta repercusión mediática difícilmente interesa volver a llevarlo, y mucho menos en actos públicos.
La que no ha pagado por su vestido, con toda seguridad, es Leire Pajín. De hecho, según ha podido saber LA RAZÓN en la tienda que el diseñador venezolano posee en la calle Jorge Juan, el vestido en cuestión, de la talla 40, se trata de un «sample» o prototipo. «Si se lo quiere probar, tendrá que volver a final de semana. Para entonces esperamos haber recuperado todos los vestidos que prestamos para los Goya», nos decía esta semana uno de los dependientes de la boutique. Según el propio Hanníbal Laguna, a esta pieza de corte imperio, escote en «V» y con falda en gasa de seda de su colección privada «no se le hizo ninguna modificación. Aunque sí lo acompañó de unos zapatos y un bolso hechos especialmente para ella». Y asegura que la ministra, que se puso a buscar look tan sólo un mes antes de la gala, no necesitó más que una prueba para decidirse. «Fue fácil porque es una mujer muy transparente y sabe lo que le gusta», confiesa. Y define el estilo de su famosa clienta como «joven, cercano y con la justa medida de prudencia y responsabilidad que su cargo exige». ¿El precio de venta del vestido? Entre 2.500 y 3.000 euros, dependiendo de las modificaciones y tejidos que una clienta quisiera escoger, pues, como decíamos antes, el de la ministra no está a la venta. Ella, como otras famosas invitadas a los Goya (Dafne Fernández, María Barranco y Carolina Bang, entre otras), lo tomó prestado. ¿Pretenden nuestras ministras ser las nuevas celebrities?
El detalle
HASTA EL MOÑO
Y no sólo los vestidos marcan las divergencias entre ellas. El look de Ángeles González-Sinde reflejaba un claro interés por pasar desapercibida en el patio de butacas, y sólo el ligero cardado en la zona de la coronilla escapaba de una imagen discreta en exceso. Un moño bajo, inspirado, según Juan Carlos Fano –director de tendencias de los salones R´Difusión–, «en los recogidos decimonónicos. Era una buena elección para un rostro de facciones alargadas, pero podría haber animado el conjunto con un poco más de volumen lateral». Un maquillaje austero y discreto completaba su estilismo y contrastaba con el de la ministra de Economía, que subió la intensidad del maquillaje al que nos tiene habituados y mostraba un rostro más luminoso. El peinado, «perfectamente correcto», como señala Fano, «jugaba con el volumen y las capas», pero también se apreciaba un ligero cambio de coloración, con un rubio que viraba más al dorado que al ceniza. Su imagen contrastaba especialmente con la de Pajín. En su artificioso recogido no faltaban extensiones y mechones sueltos demasiado rizados con tenacilla. «Las facciones redondas piden peinados sueltos y un flequillo ladeado. Un moño aplastado en la zona superior no fue la mejor elección», concluye.
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