África

Real Federación Española de Fútbol

Dakar se ilusiona con «Casa España»

La cara solidaria de la FEB es una escuela donde niños africanos comerán, aprenderán y jugarán al baloncesto

Un grupo de niños senegaleses en una de las canchas construidas por la FEB
Un grupo de niños senegaleses en una de las canchas construidas por la FEBlarazon

 La Federación Española de Baloncesto trabaja en Dakar (Senegal) en el proyecto «Casa España», que incluye la construcción de un centro socioeducativo para niños senegaleses y canchas de baloncesto. Este párrafo suena a nota de prensa de rigor que busca una esquina en la sección de deportes de los periódicos. La FEB podría haber optado por redactar un dossier de prensa con todos los aspectos del proyecto, enviarlo a los diferentes medios y dar por cerrada la difusión de su faceta solidaria. Pero su presidente, José Luis Sáez, elegió encabezar una delegación integrada por Albert Soler, secretario de estado para el Deporte, y un conjunto de periodistas españoles, y desplazarse a la capital africana durante dos días. In situ, los términos «centro socioeducativo» o «rehabilitación de canchas» rebosan significado.
Dakar es una ciudad caótica a caballo entre el gris y el ocre. Uno no alcanza a discernir qué es más, si una urbe inacabada o en ruinas. Sin embargo, los millones de personas que deambulan por sus aceras no parecen reparar en ello. El mercurio marca 32 grados, pero en la calle la sensación térmica alcanza los 45. Es prácticamente insoportable. Personalidades y prensa presenciamos un partido de baloncesto entre niños en una de las canchas construídas por la FEB. A la sombra, luchábamos por no empapar en sudor el último resquicio de la camisa. En la pista, los niños corrían de una canasta a otra. Decenas de sonrisas. Para ellos no hay sol de justicia, hay una cancha donde antes solo veían tierra y escombros. Miraban curiosos nuestra avidez con las botellas de agua y estallaban en caracajadas cuando el fotógrafo de la delegación les reclamaba para una instantánea.

El segundo día, visitamos las obras del centro socioeducativo ubicado en el barrio de Hann Bel-Air, una de las zonas más deprimidas de la ciudad. Consistirá en un espacio donde convivirán 300 niños especialmente desfavorecidos que comerán, aprenderán, y jugarán al baloncesto. Por este orden. «El deporte transforma la sociedad. Es competición y forma a la persona. Aquí no estamos para cambiar el mundo, porque no podemos, pero sí para ayudar a los jóvenes. África no está sola», sostuvo José Luis Sáez.

 Los asistentes nos recibieron con cánticos y bailes. Más sonrisas. Muchos de ellos mantienen una familia con menos de 100 euros al mes. Son la considerada incipiente clase media africana. Si tienen un teléfono móvil, el visitante deduce que pertenece a este estrato social. Modelos que en España o cualquier otro país europeo no se ven desde hace una década. Rompen a aplaudir cada vez que interviene alguno de sus representantes, especialmente durante la alocución del alcalde de Dakar, presente en la visita. Senegal es un país democrático regentado por el el histórico Abdoulaye Wade, que recibió a la delegación esa misma mañana. Ocupa la presidencia desde 2001 y a sus 84 años pretende ser reelegido. Eso sí, vive en Montecarlo. Allí el clima no es tan radical. Terminó la ceremonia a ritmo de timbales y palabras de agradecimiento. Al salir, una niña me pidió el abanico, se lo di y apenas se lo creía. Son felices, sólo necesitan una oportunidad.

 

Al atardecer, carreras junto a la playa
La práctica del deporte puede convertirse en una pasión rayana en la obsesión. Pero no sorprende al comprender que una habilidad deportiva especial puede abrir al africano las puertas de occidente, el sueño. Como les sucedió a estrellas como Gebrselassie o Ibaka. Al atardecer, cientos de senegaleses inundan las explanadas que se abren a pie de costa, muchas de ellas contaminadas, y realizan sesiones de entrenamiento. Corren, estiran, hacen abdominales. Es también una forma de matar el tiempo, otra de las grandes lacras del pueblo africano.