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El premio a la regularidad

La Razón
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Un gran equipo no es realmente grande ganando sólo los grandes partidos. También hay que ganar los que parecen menos importantes. La vida se juega más allá de los choques con rivales directos, en los derbis y en los encuentros marcados con grandes titulares.
El Real Madrid subió a los altares con su clasificación para la «Final Four» y la victoria, por fin, ante el Barça, pero... El precio pagado ha sido muy alto con dos lesionados, Llull y Prigioni, que son más que fundamentales en el equipo. Si en Europa lo conseguido tiene un valor que va más allá de la mera victoria momentánea, en la ACB ese triunfo ante los catalanes –sin Navarro, ni Mickael–, que les permitía volver a acariciar el liderato, perdió todo su valor en Zaragoza. No ser regulares y dejarse arrebatar un partido vital para ser primeros se paga caro. En ese error no cayó el Barcelona ante el Blancos de Rueda.
Ser primero siempre es bueno. Otorga confianza, prestigio y en la ACB da la ventaja de campo en las eliminatorias para los «play-offs». Pero hay otras ligas y en esas otras competiciones el ser primero tiene todavía más premio. En la Adecco Oro y la Adecco Plata –nuestra Segunda División y la Segunda B–, el que termina como líder la primera fase logra el ascenso directo. Los ocho equipos siguientes pelean por la otra plaza de ascenso. Hay dos equipos que ya han logrado sus objetivos: el Murcia de Luis Guil, que ya puede presumir de regreso a la ACB, y el Knet Rioja de Jesús Sala, que ya está en la segunda categoría del baloncesto español. Para ellos el trabajo y el sacrificio de todo el año ya ha tenido premio.
Sin recompensa se quedó el Cajasol en la «Final Four» de la Eurocopa. El equipo dirigido por Joan Plaza disputó hasta la final una competición modélica. Acabaron con los anfitriones en semifinales, pero los rusos del Unics Kazan fueron superiores (92-77) en el partido. Hay derrotas que engrandecen a un equipo.