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Látigo por José Muñoz Clares

La Razón
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Este mundo en que las ITV se pasan sin pasarlas, los balances se cuadran creativamente hasta convertir a los ciudadanos en banqueros, el máximo representante de la justicia carga gastos particulares al CGPJ, las monjas (que todos creíamos a salvo) se dedicaron a rectificar los errores de Dios cuando daba hijos a personas que no se lo merecían y los políticos han administrado el patrimonio de todos como cualquier señorito de pueblo administra su hacienda, haciendo de su capa un sayo si le conviene y todo para que, al final, paguemos los de siempre los desmanes de los de siempre . El fondo del asunto no es ni legal ni técnico. La crisis nos la hemos ganado a pulso dejando el mundo en manos de filibusteros de sonrisa amplia, de pastores que mataban al rebaño, de maestros de la ignominia. Y manda mucha romana que en el ámbito en que trabajo, la Universidad Murcia (UMU), si alguien estuviera haciendo lo que hemos visto hacer, cargar viajes particulares a cuentas públicas, pagar juergas con una visa oficial o cobrar por aprobar a un alumno, esa persona no duraría en la Universidad ni un día. Sería además denunciada y despedida con todos los honores propios de sus deshonor. No digo que no haya fruta podrida en el cesto; de vez en cuando hay que echar a alguien, pero el conjunto de la Universidad se gasta en libros el dinero destinado a libros y en obras el destinado a obras; los aprobados se reparten según méritos y con igual criterio los suspensos. El control no sólo es el oficial sino el que ejercemos todos cuando apreciamos alguna actitud inaceptable. Sin embargo, los recortes nos están afectando como al que más, así que saca uno la impresión de que da igual portarse bien o mal. Y eso, en el fondo, no puede ser verdad.