Estreno
Vivo y bello
Sí, hoy me toca hablar de teatro, de lo mío. Hace mucho que no lo hago, pero este fin de semana me he dedicado a gozar de la cálida familia; teatro independiente de formato pequeño y esencia infinita. «La casa de Bernarda Alba», dirigida por la talentosa rusa Irina Kouberskaya, en la sala Tribueñe, al lado de la plaza de toros. Una lección de poderío femenino que no se puede explicar en dos palabras. La «Maquina de abrazar», de Sanchis Sinisterra, dirigida por Luis Pastor, en la Guindalera. Los dos espectáculos con texto importante y actores importantes. Dos maneras diferentes y originales que me reconcilian con actores, directores, gentes que veo apasionarse y dejarse la piel. Artistas que saben que en tiempo de crisis sólo queda la acción. Resistir, actuar, convertir el dolor en belleza. Porque, lectores míos, en esos lugares pequeños, esas salas alternativas, es donde está la verdad escénica. Pero se esconde, y no porque quiera, sino porque los megáfonos del poder, incluida la televisión y parte de la crítica, no las anuncian en sus pantallas. Y ustedes no se enteran. No saben que cuestan poco dinero y están llenas de amor, de mimo, de arte. De licor de guindas o vinito español, que además convidan al terminar la función para poder charlar con el público. Se mueven, están renaciendo en hermosos rincones de las ciudades, los lugares del teatro contestatario, crítico, convencido, apasionado, conmovedor. De lo que sólo puede ser el teatro. Y yo los invito a conocerlo, a dejarse sentar en sillas duras de amor, a abrir su mente a otras maneras. Vayan y agárrense que van vivir un buen viaje. Se lo aseguro.
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