Elecciones generales
Una oposición sin rumbo por Alfonso Merlos
El PSOE sigue sin encajar el papel enteramente secundario que le han asignado los españoles
No es verdad que el PSOE esté descolocado. No es cierto que Rubalcaba esté grogui, a punto de ser noqueado, y que se mueva de un lado para otro sin orden ni concierto como ese boxeador con oficio que, después de ser llevado a la lona, baila en el cuadrilátero lanzando algún gancho patético al aire y lucha para no ser anestesiado definitivamente por su oponente, consciente de su inferioridad y su destino.
Es mucho peor. La oposición sigue sin encajar el papel enteramente secundario que le han asignado de forma soberana los españoles. Y su decaído líder se ha convertido en un verdadero zombi, muerto políticamente pero todavía con fuerza y orgullo para atemorizar a la opinión pública con una sarta de irresponsables y antipatrióticos infundios que son propalados mecánicamente, y que le convierten en un elemento del paisaje casi privado de voluntad.
Es comprensible. Los socialistas nunca han tenido un rechazo tan masivo de los ciudadanos en la historia democrática de este país. Y este medio año de oídos sordos, de vacío, de desdén y hasta de repudio de los españoles tiene una triple causa. La primera, que han sido incapaces de admitir que son los máximos responsables de haber metido a España en la UCI. La segunda, que sus propuestas para la recuperación y la regeneración han sido mínimas en cantidad y paupérrimas en calidad. La tercera, que los manotazos que han soltado de mil maneras, tanto en la arena parlamentaria como en el asfalto, en absoluto han ayudado a la tarea colectiva de la remontada, a la conformación de un cuerpo social unido, compacto y con ganas de salir del pozo.
Quizá lo más patético del panorama que encaran los tataranietos de Pablo Iglesias es que, seis meses después, las menguadas huestes de Valenciano, López o Madina carecen de aliados. Los nacionalistas, superadas las exitosas joint ventures que le arrancaron al debilucho Zapatero, siguen como siempre a su bola. Los comunistas y demás actores de reparto en la órbita de Izquierda Unida se ven con energía para crecer en solitario con los resortes de los que buscan soluciones extremas más allá de la socialdemocracia. El 15-M ha sido reducido a la marginalidad y sus coletazos perrofláuticos rayan ya lo grotesco. Los sindicatos de clase se han quedado con los mariachis justos para agarrar media docena de pancartas cuando toca sacarlas, y van camino de quedarse sin un euro. Esto es todo. Y aun así, a las mesnadas de Rubalcaba cabe exigirles que hagan lo imposible, lo que nunca han hecho, lo que todavía están a tiempo de hacer: que ejerzan el patriotismo verdadero. O sea, que ayuden a su país siempre, y al Gobierno de su país ahora que lo merece y lo necesita.
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