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Llorente quiere el título de Falcao

El Atlético ha llegado a la final sonriendo, con la sensación de que sólo tenía que recordar el camino que recorrió hace dos años para ganar la Liga Europa. Sin sufrimientos, con once victorias consecutivas en la competición. Todas las eliminatorias directas las ha decidido sin dudas. Victoria en casa y victoria fuera, como si no hubiera nada que pudiera interponerse en su camino.

Llorente quiere el título de Falcao
Llorente quiere el título de Falcaolarazon

Para el Athletic, la final es otra cosa, es un asunto sentimental. Una conexión de sus jóvenes futbolistas con aquellos héroes del 77 que se atrevieron a discutir el título de la UEFA a la Juventus después de eliminar al Barcelona y al Milan entre otros.

El Atlético llega con la sonrisa de Falcao y los diez goles en catorce partidos de esta temporada lo convierten en el mejor goleador del torneo, empatado con el holandés del Schalke Klass Jan Huntelaar.

El Athletic viene empujado por las lágrimas de Llorente: "Cuando he visto llorar a Iríbar me he dado cuenta de lo que habíamos conseguido", dijo, con lágrimas en los ojos, después de superar al Sporting en semifinales. Llorente quiere el título que defiende Falcao.

El colombiano ya fue campeón del torneo la temporada pasada con el Oporto. Y mucha culpa de ello tienen sus 17 goles en 14 partidos. Él heredó el trofeo del Atlético y ahora tiene la oportunidad de devolvérselo. "Hay que jugar con el hambre de un juvenil y la experiencia de un veterano", advierte.

 

El partido es una pelea entre el "Tigre"contra el "Rey León", un duelo en el que hubiera disfrutado Torrebruno con sus cantos de "Tigres, leones, todos quieren ser los campeones". "Es fundamental para nuestro éxito. Un equipo siempre necesita grandes delanteros que marquen goles en los momentos decisivos".

Las palabras de su compañero Diego definen mejor que los números la aportación de Falcao para el Atlético de Madrid. Aunque los datos, además de un currículum impresionante, esconden una amenaza: Falcao ha marcado a todos los rivales a los que se ha enfrentado en Europa esta temporada. Y contra el Athletic todavía no ha jugado.

"Es un placer jugar con Falcao. Está haciendo un trabajo impresionante para nosotros esta temporada", insiste el brasileño. El delantero ve su labor de manera más sencilla: "Trato de ver lo que el entrenador necesita de mí y plasmar lo que necesitamos como grupo en el campo".

Falcao se hizo grande en el Oporto, pero tuvo que salir pronto de casa para hacerse futbolista. Con doce años, rechazó una oferta del Ajax porque era demasiado pequeño para salir de casa.

Cuando lo llamó River, con 15 años, su padre que había sido jugador en Colombia, no tuvo dudas. Por algo el señor García le había añadido el nombre de Falcao a Radamel en nombre del centrocampista brasileño que compartió selección con Sócrates y Zico en los años 80.

Llorente, como Falcao, tuvo que salir pronto de casa para triunfar en el fútbol. José Mari Amorrortu, entonces director de la cantera del Athletic, lo detectó cuando apenas tenía once años. Aún vivía en Rincón de Soto, en La Rioja, lo que le impedía acudir con regularidad a los entrenamientos en Lezama.

Por entonces era casi un extraño en su equipo alevín, un infiltrado en los partidos. A los trece años, Amorrortu le buscó una familia en Las Arenas para que lo acogiera. Desde allí, fue subiendo hasta hacerse imprescindible en el Athletic y ganar el Mundial con España hace dos años.

Llorente preocupa a Simeone porque es muy difícil de defender. "Te obliga a saltar mucho", dice Courtois. "Es muy alto". Los centrales deben estar muy concentrados para defenderlo. "Hay que defender más con la cabeza que con el físico.

Debemos ser muy inteligentes para parar a Llorente. Lo más práctico suele ser impedir que baje fácil el balón, estorbarle sin hacer falta y esperar la ayuda de los compañeros", dice Domínguez.

En Europa ha marcado siete goles en los trece partidos que ha disputado. Una marca suficiente para llevar al Athletic a un lugar en el que no estaba desde hace 35 años. Un lugar para volver a llorar de felicidad.