Zaragoza
Las monjas robadas: «No tenemos nada que ocultar»
Contestan al teléfono y al portero automático con la gentileza habitual, pero en cuanto oyen la palabra «periodista», declinan dar explicaciones. Y es que 16 monjas cistercienses del convento de Santa Lucía de Zaragoza no se han visto en otra.
Acostumbradas a romper su ritmo de oración sólo cuando les llega alguna propuesta de entrevista para Isabel Guerra, la afamada pintora de esta comunidad de clausura, ahora se han visto desbordadas por el robo que les dejó sin 450.190 euros de una tacada el pasado domingo.
Hasta cinco unidades de televisión han tenido durante esta semana apostadas frente a la entrada del monasterio. Sin embargo, ellas, han sido fieles a su voto de silencio. «Están desasosegadas por la pérdida del dinero y el revuelo que se ha montado, pero en ningún momento asustadas, porque saben que han obrado bien. Confían en que todo se solucione y continúan con su ritmo habitual de trabajo y oración», explica el abogado de las religiosas, Jesús García Huici, que hace hincapié en el mutismo aparente de las monjas sobre el caso. «No queremos que nos acusen de oscurantismo. Da todos los detalles que crean conveniente, no tenemos nada que ocultar», comentaron a su letrado, que desde ese momento ejerce de portavoz.
Fue precisamente esa transparencia y previsibilidad en cada uno de sus movimientos lo que facilitó a los ladrones acceder a la habitación y a las bolsas donde guardaban el dinero. El convento permanece cerrado a cal y canto entre semana salvo para los proveedores de alimentación y material de trabajo, como para la visitas personales y los compradores de sus productos, ya sean las encuadernaciones en cuero o los encargos pictóricos de Isabel Guerra. Eso sí, todos los interlocutores, con torno de por medio, salvo el domingo. Entonces, en torno al mediodía, las religiosas abren las puertas del monasterio para acoger a aquellos que quieren participar allí de la misa.
Dos asaltos previos
Poco más de una hora de oración compartida. Éste fue el tiempo que tuvieron los cacos para llevarse el botín sin dejar apenas huellas. Sólo forzaron un par de puertas y fueron directamente al pequeño cuarto de estudio donde guardaban el dinero. Ellas no lo descubrieron hasta la mañana siguiente, pues la habitación está ubicada en el ala de trabajo del convento que permanece cerrada los días festivos.
De inmediato, la abadesa procedió a denunciar el caso al 091, que envió a la Policía Científica al monasterio. Se inició entonces una investigación que ha incluido la revisión de las cámaras de seguridad de los colegios ubicados en el entorno del convento. Curiosamente la comunidad de clausura instaló cámaras en su recinto después de que en 2003 fuera asaltada su casa en dos ocasiones. Sin embargo, el pasado fin de semana no estaban operativas.
A partir de ahí las religiosas continuaron sus labores –dedicadas principalmente a la encuadernación de libros y manuscritos, no hay tesis doctoral que se precie en Zaragoza que no pase por sus manos–, mientras el suceso corría como la pólvora por internet y el papel. Hasta «The Washington Post» se ha hecho eco del robo. Entonces surgió la duda, ¿por qué casi medio millón de euros en efectivo en un convento?
«La denuncia de la abadesa, que está firmada antes incluso de que contrataran mis servicios, en ningún caso recoge el millón y medio del que se habló en un principio», subraya García Huici. «La superiora fue capaz de recordar ante la Policía el dinero que había en cada sobre: en este 3.529 euros en billetes de este tipo, con estas monedas», añade. Precisamente este control de los ahorros es el que ha hecho que las monjas no se hayan inmutado sobre los rumores de una posible investigación de Hacienda. Hasta la fecha no han recibido notificación alguna. Tampoco les preocupa, pues las dos actividades laborales que realizan –la encuadernación y la actividad pictórica– están declaradas fiscalmente y de acuerdo con los ingresos oficiales que notifican al Estado, a priori no se trataría de «dinero negro» como han insinuado algunos medios. El robo fue más cuantioso pues ese día se juntaron extracciones bancarias recientes para realizar gastos cotidianos con partidas que tenían previsto destinar a ayudar a otros conventos, obras de su monasterio y donativos para los necesitados.
«Los lienzos de sor Isabel se vendían como churros»
- Aunque la mayoría de las tesis doctorales de Zaragoza antes de ser presentadas pasan por el convento cisterciense para ser encuadernadas por las monjas, la principal fuente de ingresos es la actividad pictórica de Isabel Guerra.
- La religiosa se encuentra entre las pintoras españolas con más proyección internacional y sus lienzos pueden superar los 20.000 euros.
- Su galería de referencia era Sokoa, en Madrid. Sin embargo, al fallecer sus dueños dejó de exponer y desde 2005 se ha dedicado a la venta a particulares y a realizar trabajos por encargo.
- «Vendía los lienzos como churros», han confesado a LA RAZÓN algunos galeristas. De hecho, antes de que sus cuadros llegaran a la galería, ya tenían propietario.
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