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Un retrato sin poder sobrenatural por Manuel Calderón
Madrid- Como el propio Antonio López dice en esta misma página, nunca un cuadro le ha obligado a reflexionar tanto sobre él. Es el retrato de la Familia Real, sobre el que empezó a trabajar en 1995 y que está a punto de acabar. Pero estar «a punto», en el método de trabajo de este pintor exigente y minucioso, es un espacio de tiempo excesivamente inconcreto. Esto sí, ya hay una fecha exacta para hacer entrega del encargo: el próximo 24 de junio, día de la onomástica de Don Juan Carlos. Ha pasado el tiempo, y desde las sesiones fotográficas para crear los modelas y las primeras tentativas cada miembro de la Familia Real ha cambiado. El tiempo, como siempre en la pintura de Antonio López, ha hecho su trabajo.
El primer problema que se planteó tenía que ver con la necesidad misma de pintar un cuadro, ya no de una familia media española, sino de una institución política. Y una institución política democrática. Ya no se trata de pintar un retrato de un Rey que intimide o demuestre su poder sobrenatural. Fue precisamente Don Juan Carlos quien le dio la pauta: quería un cuadro de una familia normal. En el cuadro, que mide más de tres metros de alto por cuatro de ancho, aparecen, de izquierda a derecha, las infantas Cristina y Elena, Don Juan Carlos, Doña Sofía y el Príncipe Felipe, algo más separado del grupo. A cada uno de los personajes los ha pintado varias veces, los ha movido, los ha engrandecido, los ha reducido... y no tiene incoveniente en volverlo hacer. ¿Cuándo lo dará por acabado? Ése es el misterio de la obra de Antonio López.
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