Murcia

Los males de siempre por José Clemente

La Razón
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E s prácticamente unánime la opinión de los expertos económicos sobre el papel estelar del sector exterior en nuestra maltrecha economía. Es más, no sólo constituye un elemento estratégico transversal en toda ella, sino que se apunta como uno de los pilares fundamentales en el que apoyarnos para salir de la crisis. Algo parecido le ocurre al sector turístico, un ámbito empresarial en el que las oportunidades de crecimiento parecen no tener límite, al menos, con los datos que se barajan actualmente y que indican que 2012 será uno de los mejores años en el despegue del sector. La visita de cerca de 23 millones de extranjeros así lo confirma. No vamos a entrar en las causas que han motivado el desplazamiento turístico hacia territorios con mayor estabilidad política y una oferta turística más adecuada a las posibilidades de los visitantes, aunque todos pensemos en los diversos conflictos armados derivados del estallido de la «primavera árabe» como el principal de todos ellos. De igual modo, la economía española también cuenta con otros sectores en franca pujanza en sus respectivos campos, en el I+D+i, en el controvertido y polémico campo de las energías renovables, donde podemos y debemos ser una potencia mundial, en el denostado sector inmobiliario, donde nuestra experiencia, mano de obra y cualificación profesional pueden ser de gran utilidad a otros países en desarrollo. En definitiva, además del turismo y la agroalimentación, España, y cuando digo España tengo la cabeza en Murcia, son verdaderas potencias que no acaban de soltar el lastre que precisan para irrumpir en los mercados internacionales con mayor presencia y fuerza. En estos justos momentos la media española se situaría con pérdidas del hasta 3 por ciento del comercio exterior del PIB, y lo peor en sí no es la cifra, a todas luces negativa, sino la tendencia que señala una caída todavía más pronunciada.
Que esto lo diga cualquier leguleyo económico tiene un pase, en nada admisible cuando se trata de la política de un Gobierno regional que ya pronosticaba eso mismo hace años y no puso las mimbres necesarias para potenciarlo. Pero aún siendo grave el no haberlo materializado debido al desconcierto económico general que ha sorprendido a todos, incluso a más de un gobierno regional, más grave resulta todavía que un año después, y nos quedamos cortos en el tiempo, se trate de vender eso mismo como la panacea que resolverá la hambruna en la que ya estamos instalados desde mucho antes de que se pronosticara. Porque la sensación es doblemente descorazonadora. Tengo la impresión que el diagnóstico se había realizado tiempo atrás, por eso se sitúan ahora los males en el mismo lugar donde ya se dijo que estaban. Lo que no me cabe es que en todo este tiempo no sólo no se ha hecho nada, sino justo lo contrario. No me parece el del CES un diagnóstico valiente como han defendido Bernal y los empresarios, pues valiente es denunciar aquello que no se conoce. Me parece, en todo caso, un diagnóstico desfasado aunque los problemas subsistan, pues esos males ya eran conocidos. Por ejemplo, se creó una plataforma de apoyo al turismo que nadie ha promovido, y se dijo potenciar el comercio exterior que nadie ha potenciado. Y ahora Bernal nos dice que la tabla de salvación son el exterior y el turismo. ¿En qué quedamos?