Lideresa de muchas cosas por Ángel del Río

Esperanza Aguirre asumió la presidencia de Madrid desde una concepción liberal de la gestión pública. Su primera intención fue racionalizar el gasto, comenzar una política de agrupación de servicios y derivación de algunas competencias hacia los ayuntamientos. Dos proyectos formaron el mascarón de proa del buque insignia de su gestión: la mejora y modernización de la Sanidad pública, con la construcción de doce hospitales, poniendo a Madrid a la cabeza de España, y la apuesta por las infraestructuras del transporte, con la ampliación de la red del Metro. Su antecesor, Gallardón, había creado el Metro Sur, y ella lo llevó al resto de las latitudes: al este, al norte y a oeste a través del Metro ligero. Otro de sus grandes retos fue la racionalización en el gasto, la política de ajuste, cuando todavía no existían indicios de crisis económica, lo que permitió a nuestra Comunidad abordar en mejor disposición los tiempos de vacas flacas y de famélicas ubres de las arcas públicas. Aguirre estuvo durante los siete años del gobierno de Zapatero denunciando que el presidente del Gobierno marginaba a Madrid en los Presupuestos, cosa cierta, y ahora le ha dolido que el Gobierno de Rajoy le niegue a Madrid 1.000 millones de euros.

Aguirre se ha enfrentado a los retos que exigía la precariedad económica, puso mano firme en la política educativa, defendió las prestaciones sociales y afrontó de cara el reto con los sindicatos, siendo la primera en reducir el número de liberados sindicales y de subvenciones. Manejó con mano de hierro el «caso Gürtel» y «animó» al abandono a los presuntos implicados. Ella tenía un sueño personal: acabar su carrera política como la primera mujer en la historia de la alcaldía de Madrid, que era como volver a los orígenes en los que se inició, allá en las elecciones de 1983, en una candidatura en la que estaban Álvarez del Manzano y Ruiz-Gallardón, encabezada por Jorge Verstringe. Las vueltas que da la vida.

Ángel del Río