Compañías aéreas

Rifa aérea por María José Navarro

La Razón
La RazónLa Razón

Algún día, y el cielo quiera que sea pronto, desearía cruzarme con Michael O´Leary. Por lo visto es muy fácil reconocerle porque tiene un carácter un poquito desagradable y gusta de montar el pollo padre por donde va, dándole lo mismo si hay niños o ancianas mirando. Michael O´Leary, es evidente, ha creado su línea aérea bastante parecida a el, así que es complicado que Ryanair pase por momentos de placidez. El último sobresalto tuvo lugar en un trayecto Valencia-Santiago de Compostela. El pasado miércoles, una joven pasajera entró en el avión pidiendo (suponemos que un pelín desesperada) que alguien tuviera a bien guardarle entre sus pertenencias un libro y un póster con una gomita. Ocurrió después de que le pidieran cincuenta euros y le fallara la tarjeta. El pasaje le ofreció dinero y sitio para sus pertenencias pero la compañía no lo permitió.Ya saben los fieles a la aerolínea (lo de fieles es una licencia que me tomo) que es absolutamente imposible llevar nada que no sea el puñetero único bolsito que te dejan pasar. El puñetero bolsito debe obligatoriamente entrar en una estructura de metal que sólo cuadra con una marca de maletas que no es precisamente barata. Tu puñetero bolsito puede que entre sin problemas en los cánones de equipaje de mano de cualquier otra aerolínea, pero en ésta no. En ésta debe entrar por el ojo de una aguja y es pecado mortal llevar en las manos un e-book, una botellita de agua, o un pergamino chino de muchísimo valor. En el colmo de la desproporcionalidad más absoluta, apareció la Guardia Civil y se llevó a la muchacha. Desearía cruzarme con Michael O´Leary algún día. De momento, me he puesto una plancha ardiendo en un muslo.