Ceuta

El «paseíllo verde» de Rabat

Ante la creciente tensión social por la escalada de las amenazas de Rabat a España, Ceuta asiste, estupefacta, al aplazamiento de la «Marcha Verde» organizada para el día de ayer por distintas asociaciones juveniles ante su frontera

La ministra de Exteriores, hoy en la Cumbre Iberoamericana
La ministra de Exteriores, hoy en la Cumbre Iberoamericanalarazon

La ciudad amaneció encapotada con el «bluff» de la autodenominada «Marcha de la Libertad» que un grupo de asociaciones juveniles de las que nunca se había oído hablar en la ciudad española habían anunciado con el altavoz de la agencia oficial estatal de noticias marroquí, MAP, el pasado martes.

La convocatoria, que pretendía ser un remedo de la «Marcha Verde» que movilizó sobre el Sáhara español a 350.000 marroquíes en 1975, se quedó en eso. Las cien personas que secundaron a las juventudes socialistas marroquíes y a las del Istiqlal, el partido que gobierna el país vecino, se quedaron ante la sede del Instituto Cervantes en la capital del Reino alauita coreando lemas como «Ceuta, Melilla y el Sáhara marroquíes» o «Con mi alma, mi corazón y mi sangre defenderé Ceuta». El coordinador de la manifestación y secretario general de la Juventudes del Partido Progreso y Socialismo (PPS), Driss Reduani, explicó a los medios que se había decidido «aplazar» la movilización para «continuar con los esfuerzos humanos y logísticos de preparación».

A más de 250 kilómetros de distancia, en la ciudad española, ante cuyo paso fronterizo las autoridades marroquíes habían despejado la gran explanada que habitualmente acoge a cientos de taxis para recoger a la muchedumbre a partir de las cinco de la tarde, proliferaron otras dos versiones. La irónica, en la calle, que apunta que el éxito de la convocatoria fue tan exiguo que sus promotores prefirieron no gastar gasolina; y la sesuda, en círculos oficiales, que sospecha que con el caos aéreo los auspiciadores de la marcha renunciaron ante la expectativa de un «escaso eco mediático».

Abortado y sin nueva fecha todavía, el proyecto de movilización social sobre Ceuta sólo ha conseguido subir un par de puntos la «tensión» de la población española. Además de los periodistas, para los que está vetado el acceso a Marruecos por el Tarajal desde hace dos semanas sea cual sea el motivo de su viaje, cientos de residentes que tienen en el país vecino una vía de esparcimiento más asequible que el carísimo barco a la Península, renunciaron ayer a cruzar el paso fronterizo ceutí.

Todo ello a pesar de que el Gobierno ceutí, habitualmente más recatado que el de Melilla –que pasó el verano en el ojo del huracán por las fricciones entre Madrid y Rabat y a la que ahora amenazan las localidades fronterizas con cortarle el agua–, no ha lanzado todavía ninguna advertencia al respecto. El portavoz del Ejecutivo melillense, Daniel Conesa, ha pedido «precaución» a los ciudadanos melillenses que tengan pensado viajar a Marruecos durante estos días por los posibles problemas que podrían encontrarse en la frontera.

Javier, funcionario como la mitad de la población ocupada ceutí, que alterna las playas de Tetuán con las de Estepona, partió el viernes junto a otros miles de residentes en dirección a la Costa del Sol, que, junto al litoral marroquí más cercano, concentra la mayoría de las segundas residencias de los ceutíes con posibles. Junto a él emigraron para disfrutar de los festivos en otras latitudes cientos de militares de la guarnición local, que no recibieron ninguna consigna para permanecer en la ciudad. «No son días para ir a Marruecos», coincide por teléfono pese al fracaso de la marcha con Mustafa y Farida, españoles de origen magrebí.

Ellos tampoco se animaron a visitar a su familia, que, con buenos contactos, les advirtió de que los movilizados estaban reclutando a lo peor de cada casa alrededor de Rabat para «liarla», pese a que en la frontera ceutí los policías nacionales allí destinados no recibieron refuerzos ni ninguna alarma especial.

El respaldo de la Cámara Alta

Sofocada la llama social antes de encenderse siquiera, los políticos marroquíes siguieron alimentando ayer su fuego patriótico contra España. La Cámara Alta del Parlamento marroquí aprobó por unanimidad, como la Baja hizo el viernes, una moción en la que solicita una «reevaluación global» de las relaciones bilaterales hispano-marroquíes y en la que llama a la movilización para «liberar» las ciudades «ocupadas» de Ceuta y Melilla.


Objetivo: periodistas españoles
El acoso marroquí a la Prensa española continúa. La última víctima de los recelos de Rabat ha sido la redactora Ana Beauchy, del diario «Granada Hoy». El viernes era retenida en Marrakech, sin pasaporte, tras desvelar su profesión al rellenar un documento en el aeropuerto. Se da la circunstancia de que además era un viaje privado. Iba acompañada por su pareja, que sí ha podido acceder al país sin problema y con la que sólo ha podido mantener contacto telefónico desde su detención. El problema para regresar a España se ha incrementado además por la huelga de controladores.