Comunidad de Madrid

#Atentado Aguirre

La Razón
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Hay que ser torpe para emprenderla a patadas con uno de los domicilios que seguramente está más vigilado de toda la Comunidad de Madrid. Hay que ser un cafre para patear cualquier portal, pero en el caso de la vivienda de Esperanza Aguirre con vigilancia constante de la Guardia Civil por el cargo que institucionalmente representa, además hay que ser tonto.
El asalto, con más o menos recorrido, es grave, y restarle importancia como si fuera una chiquillería, una gamberrada o una cosa de borrachos no ayuda nada a la seguridad ciudadana. Quizá andar pidiendo la dimisión de la Delegada del Gobierno cada 24 horas por temas diferentes, tampoco. Pero si es por buscar un ejemplo, seguramente a nadie se le ocurriría hacer bromas con el kamikaze que circuló en sentido contrario durante ocho kilómetros el otro día en la M-40: también iba borracho y no fue Trending Topic en Twitter como lo ha sido #AtentadoAguirre.
Y la gravedad era precisamente esa: conducir bebido en dirección contraria. La mala suerte hizo que provocara la muerte en un choque de un taxista que acudía a trabajar, pero todos asumimos que conducir multiplicando por cuatro la tasa de alcoholemia está mal, independientemente de si se choca contra alquien o no.
A todos los que les ha hecho tanta gracia el asalto a Esperanza Aguirre y ven hasta ciertas dosis de sobreactuación en su denuncia, que me gustaría tenerles en esa misma situación. Veríamos entonces como cambiaba el cuento.