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Alivio laboral

La Razón
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La reacción del Gobierno al satisfactorio repunte del empleo en junio fue ayer una de las claves más positivas que nos dejó el buen comportamiento del mercado laboral. Habría sido la oportunidad de sacar pecho y dar rienda suelta a la desmesura. Afortunadamente, los tiempos han cambiado para bien y la equivocada retórica de los brotes verdes acabó con la Administración socialista. Y no faltaron razones para el optimismo. En tiempos de tanta adversidad, la enumeración de los datos sobre la generación de empleo conocidos ayer supone, como poco, un alivio laboral. El paro registrado en las oficinas de Empleo bajó en 98.853 personas en junio respecto a mayo y sumó tres meses de caídas, con lo que el total de desempleados se situó en 4.615.269. Este descenso supone el mayor registrado en ese mes en toda la serie histórica, iniciada en 1996. El desempleo se redujo entre hombres, mujeres y especialmente entre los jóvenes (7,61%). Los servicios, la construcción y la industria fueron los sectores que más aportaron a ese balance alentador. Con ser relevantes éstos, los datos de afiliación a la Seguridad Social resultan aún más significativos sobre la evolución de la actividad y la cadencia de la generación de empleo. Junio registró 31.332 afiliados más y la cifra total superó los 17 millones por primera vez en el año. Desde marzo la positiva evolución de la Seguridad Social se ha traducido en 1.000 puestos de trabajo al día. Hablar de cambio de tendencia sería precipitado y probablemente erróneo, pero justificar este prolongado repunte sólo por el factor de la temporalidad sería excesivamente reduccionista. Cuatro meses después de la reforma laboral del Gobierno hay síntomas de su impacto en la mejora de las estadísticas. No sólo en el ascenso del número de cotizantes, sino también en la evolución del empleo indefinido y del autónomo. Los contratos indefinidos, por ejemplo, crecieron una media de 3.000 diarios en junio, mientras la cifra de autónomos acumulaba cinco meses seguidos de crecimiento, con una media de 144 nuevos negocios diarios en los cinco primeros meses del año. En este sentido, el manguerazo de liquidez que ha supuesto el plan de pago a los proveedores del Gobierno ha actuado como un reactivo adecuado. Como decimos, el Gobierno acertó al valorar con prudencia y contención estos datos. Hay razones para ello y, como hasta ahora, es obligado ir con la verdad por delante y no generar falsas expectativas que luego se traduzcan en frustración. Porque ayer conocimos también que la tasa de ahorro de los hogares se situó en negativo por primera vez desde 2005 y que el ministro De Guindos avanzó «esfuerzos adicionales» para reducir el déficit. Estos datos de paro en plena recesión son motivo de satisfacción, pero sobre todo, un estímulo para proseguir en el camino de las reformas.