Andalucía

Cajas qué poquitas van quedando

El problema no está sólo en Cajasur, sino en la repercusión sobre la economía cordobesa

Cajas, qué poquitas van quedando
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De las 47 cajas que hace unos meses malvivían en España, van quedado la mitad. Y el proceso de fusiones, absorciones o subastas al mejor postor en nuestras entidades financieras no ha terminado. Ya ven, cuando Manuel Chaves y Magdalena Áºlvarez defendían lo de la «caja única» para Andalucía nunca se les reconoció que eran unos auténticos visionarios.¿Lo de Cajasur? Nadie lo veía venir, salvo el Cabildo, a cuya postura habría que añadir la sensación ridícula de aparecer ante todos como unos perfectos desconocedores del tiburoneo reinante en el mundo de las finanzas. Ellos, en realidad, han nacido y han sido formados teológicamente para pastorear almas, no para administrar una quiebra con dos pares de narices absorbiendo la caja desde Málaga. Salvo descubiertas venideras que desvelen «manos negras» tras la negativa de los clérigos cordobeses a la fusión con Unicaja, pienso que la operación, en realidad, se la ha cargado el talante de las personas protagonistas del suceso. Unos y otros habían conseguido grandes prebendas en el reparto. Medel no podía fracasar por segunda vez ante Mafo. El dinero no era el problema. Seis millones de euros anuales a la Iglesia, ganase o perdiese la caja fusionada, fue una concesión de Braulio a don Santiago, el presidente de Cajasur, el mismo que no le soltó prenda en el último día que se vieron en Málaga, horas antes de poner Cajasur en manos del Banco de España. El problema no parece tanto económico como de vibraciones personales, confianza y desconfianza mutua que ha hecho saltar por los aires la fusión más importante que iba a celebrarse en Andalucía. Pero sobre todo por sentirse absolutamente ninguneados los curas, maltratados según ellos, por quienes habían invadido la santa sede de Cajasur en Córdoba como los nuevos amos que hoy te dan y mañana te lo quitan. Y, además, repartiendo cosquis en el cogote de vez en cuando.Los curas de la caja de la Iglesia en Córdoba, con Unicaja dentro auditando y gestionando la entidad a medio gas durante meses, conocían muchas veces por boca de los malagueños las bombas de relojería financiera que iban apareciendo, algo que les fue debilitando notablemente en la mesa con Unicaja. Fue cuando todos se acordaron de Miguel Castillejo, no para pedirle consejo –que nunca lo han hecho– sino para echarle sobre sus espaldas la responsabilidad de lo sucedido en Cajasur hasta la misma noche de la intervención del Banco de España. Olvidando, quizás, que cuando pactaron, el ex obispo de Córdoba, Asenjo, y el entonces vicepresidente Griñán que Cajasur volviese al redil autonómico de la Ley de Cajas, el pacto pasó por entregar a Chaves la cabeza del canónigo Castillejo, quien dejó documentada una gestión y unos balances impecables, según las agencias que fiscalizaban entonces la entidad. ¿Por qué se han acabado perdiendo más de quinientos millones de euros en 2009? El problema no está sólo en Cajasur, el drama inminente tiene que ver con el efecto que la crisis de la entidad tenga en la micro y macro economía de la ciudad y provincia de Córdoba. Ése es el primer efecto amenazante al que deben temer y poner remedio Pepe Griñán en su feudo electoral y el «número dos» socialista Rafael Velasco. No conviene olvidar que, desde hace años, los principales empresarios de Córdoba se han visto salpicados en mayor o menor medida por la inestabilidad de Cajasur. Y esos empresarios, «los califas» les llamaban en la CEA, daban muchos puestos de trabajo que han desaparecido.

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