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OPINIÓN: Labrar el acuerdo

La Razón
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Sería muy bueno que hubiera acuerdo. Y, como todo el mundo sabe, para que se alcance un acuerdo debe haber concesiones por las dos partes. En caso contrario, no es un acuerdo es una imposición. En estos momentos, hay quienes defienden que las medidas laborales a aplicar no pueden ir ni un centímetro por debajo de lo que propugnan y que o se aceptan sus propuestas íntegramente o mejor que no haya acuerdo y que el Gobierno dicte un decreto ley.

La bondad del acuerdo deviene no sólo del hecho que, desde el principio, «harían suya la reforma» quienes tiene que aplicarla día a día y empresa a empresa, sino porque ofrecería un mensaje de confianza al conjunto de la sociedad, y más allá, en el sentido de que los esfuerzos están siendo repartidos de una forma más equilibrada y que además, como con las pensiones, somos capaces de ponernos de acuerdo.

Es posible alcanzar un acuerdo que ha de contener alternativas reales a los problemas de rentabilidad y competitividad de las empresas y de mantenimiento del empleo. En Catalunya, con el Acuerdo Interprofesional, patronal y sindicatos lo han demostrado. Extender ese acuerdo a toda España sería un gran avance. Claro que habría que completarlo con un pacto de rentas, basado en una moderación salarial ajustada a la diversidad sectorial y empresarial, y también con los ajustes en las formulas de contratación estable y temporal. Y en este último tema parece estar el obstáculo fundamental.

El acuerdo conlleva más ventajas que riesgos. Por ello, todos deberían trabajar por labrarlo, sin esperar que desde fuera alguien venga a suplir el fracaso de las conversaciones.