Audiencia Nacional

Una despedida entre lágrimas

Emotivo abrazo con Pedraz, que relevará a Garzón hasta que el CGPJ designe sustituto. «Sabía que esto iba a pasar», comentó a sus íntimos

El juez Baltasar Garzón, suspendido hoy, abandona el edificio de la Audiencia Nacional
El juez Baltasar Garzón, suspendido hoy, abandona el edificio de la Audiencia Nacionallarazon

A Baltasar Garzón, la llamada telefónica que confirmaba su suspensión le pilló trabajando. El magistrado había citado a declarar al empresario Josep Singla, imputado en el «caso Pretoria» –que investiga una presunta trama corrupta en Cataluña–, porque su declaración original se había esfumado. Pasaban veinte minutos de la una del mediodía. Suena el teléfono. A Garzón le informan de que le llaman urgentemente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Sabe perfectamente de qué se trata y pide a Singla y a su abogado que salgan del despacho. El secretario general del Consejo le confirma lo que se temía. Pero la decisión no surte efecto hasta que se la comuniquen por escrito, así quecontinúa con la declaración. Singla y su abogado explican después que durante la comparecencia tienen la sensación de que el instructor tiene la cabeza en otro sitio. La noticia empieza a recorrer los pasillos de la Audiencia Nacional. «Le han suspendido. ¡Qué faena!», comenta contrariada una funcionaria.

Rosario de visitasGarzón ha madrugado esta mañana. A las ocho menos cuarto ya está en el despacho, una prolongación de su casa durante los últimos veinte años. Viene preparado para lo peor. «Sabía que esto iba a pasar», comentará después a su círculo más íntimo. La antesala del Juzgado de Instrucción número 5 parece un velatorio. Las visitas se suceden. Especialmente apesadumbrado está Fernando Magán, el abogado que impulsó la investigación sobre los crímenes del franquismo por la que Garzón ha sido suspendido.El juzgado se convierte en lugar de peregrinación de magistrados y fiscales cercanos a Garzón. Llegan con caras de circunstancias sus tres principales apoyos en la Audiencia Nacional: los magistrados Santiago Pedraz y Fernando Andreu, éste acompañado por la mujer de Garzón, Rosario Molina, y la fiscal Dolores Delgado. Pedraz será, precisamente, quien le sustituya a la espera de que el CGPJ saque a concurso la plaza de Garzón el próximo martes en comisión de servicios. Por ahí pasan también los fiscales Vicente González Mota y Pedro Martínez Torrijos. Y otros jueces de instrucción como Fernando Grande-Marlaska e Ismael Moreno, junto a dos «históricas» de la casa, las magistradas Manuela Fernández Prado y Teresa Palacios.Los funcionarios del juzgado improvisan un homenaje. Son casi las dos de la tarde y el magistrado sale de su despacho para hacer su último «paseillo». Fuera le esperan una veintena de incondicionales que le jalean aireando banderas republicanas y una treintena de funcionarios que rompen en un emocionado aplauso cuando Garzón baja las escaleras. «Garzón, amigo, el pueblo está contigo», se escucha. Los abrazos se suceden y asoman algunas lágrimas. Allí están Pedraz, Andreu, los fiscales Delgado y González Mota, Clara Bayarri y un puñado de fieles. Su mujer le espera en el coche. La abogada Cristina Almeida ha venido a demostrarle su apoyo. Garzón se baja incluso del coche y la abraza. Por ahí se dejan ver también la actriz Lucía Bosé y el «showman» Paco Clavel. Se despide el duelo. El magistrado come después con su círculo íntimo. «Estaba emocionado con la respuesta de los funcionarios», comenta uno de los asistentes. «Ha sido un palo, se le nota jodido». Por la tarde, toca mudanza. En el gran mentidero que es la ciudad, la noticia vuela sola. «Garzón, Garzón, se va...», canturrea un ambulante a unos metros de la Audiencia Nacional parafraseando la letra del popular chotis «Madrid».