El «aquelarre» etarra

Otegi se queja de la cárcel y la fiscal replica: «Peor es el cementerio»

Cinco días después de que quedara visto para sentencia el juicio del «caso Bateragune», Arnaldo Otegi estaba ayer de vuelta en la Audiencia Nacional. En esta ocasión, para hacer frente a una acusación de enaltecimiento del terrorismo a cuenta de un supuesto homenaje al etarra José María Sagarduy celebrado en Amorebieta (Vizcaya) en julio de 2005.

Arnaldo Otegi, ayer, en un momento del juicio en la Audiencia Nacional
Arnaldo Otegi, ayer, en un momento del juicio en la Audiencia Nacionallarazon

Como hace una semana, el ex portavoz de Batasuna se defendió reduciendo su intervención en el acto –en el que llegó a comparar al recluso, que llevaba 25 años en prisión, con Nelson Mandela– a parámetros exclusivamente políticos. Un simple mitin, vino a decir. Este juicio ya se celebró, pero el Tribunal Supremo ordenó repetirlo por falta de imparcialidad del anterior tribunal (la magistrada Ángela Murillo preguntó a Otegi si condenaba a ETA y, ante su negativa, apostilló: «Ya lo sabía»).

Esta vez Otegi estuvo menos locuaz. Para empezar, renunció a contestar a la fiscal Blanca Rodríguez (en el juicio de Bateragune, su abogada esgrimió la predisposición de Otegi a contestar a la Fiscalía como indicativo de que «no había nada que ocultar»). Y, finalmente, renunció a su derecho a la última palabra (que hace una semana aprovechó para despacharse con un mitin de 15 minutos). Se limitó a explicar que acudió al acto porque se lo pidió la compañera de Sagarduy –condenado, entre otros, por delitos de asesinato y tenencia de armas y explosivos y al que en todo momento se refirió como «ciudadano»– y que aceptó el ofrecimiento para realzar la repercusión mediática del mismo.

«Pedagogía política»
En cuanto a la comparación de Sagarduy con Mandela, Otegi lo definió como un ejercicio de «pedagogía política» para poner de relieve los paralelismos entre la situación política que se vivía en Suráfrica y la del País Vasco, y entre Mandela (considerado primero terrorista, recalcó, luego interlocutor y finalmente premio Nobel de la Paz y presidente de su país) y el etarra.
Pero el acusado también tuvo tiempo para quejarse de la vida en prisión. «La cárcel es muy dura», aseguró antes de añadir en referencia a Sagarduy (recientemente excarcelado tras 30 años entre rejas) que 25 años en la cárcel «es un escándalo jurídico». La fiscal le replicó en su informe final: «¿No es más duro perder a un familiar? ¿No es más duro estar en el cementerio que en la cárcel?». Pese a que Otegi recalcó que jamás en sus intervenciones ha llamado «a la acción violenta», la fiscal Rodríguez le acusó de participar de forma «relevante» en un homenaje «con todos los honores» al etarra, presentando a los terroristas como «personas valientes, admirables, que luchan por la libertad de su patria». Para las acusaciones, no hay dudas. Vanesa de Santiago, abogada de Dignidad y Justicia, aseguró que Otegi «alabó no sólo la figura de Sagarduy, sino la de todos los presos de ETA». Por su parte, para el abogado de Foro Ermua, Fernando García Capelo, «todo el acto estaba encaminado a ensalzar a un preso terrorista».