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Murcia

La tolerancia por Oché Cortés

La Razón
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Con los últimos acontecimientos que están revolviendo el mundo conocido, uno termina por darse cuenta de que la tolerancia es como la tripa de Jorge, que estira y encoge según aprieta la necesidad. Está claro que el concepto que tiene la sociedad occidental de la libertad de expresión difiere radicalmente de lo que entiende el mundo del Islám, sobre todo si nos vamos al extremo más extremo. Es decir, que si en España, en Francia o en en centro de la ciudad de NuevaYork le meten mano al Papa, despellejan de forma inmisericorde a un cura o apalean con sorna y parafernalia mediática al Ecce Homo de Borja y a la autora del destrozo, aquí no pasa nada. Pero si a alguien se le ocurre dar caña picante en la otra orilla, ahí no, amigo, que enseguida salen en tropel a cortar cabezas. La tolerancia es entonces como el el famoso vino que fabricaba Asunción. Aquí todo depende del color que cada uno vea la ley que lo ampara y lo protege. Personalmente, no estoy de acuerdo con ninguna de las dos opciones. No me parece bien que haya gente dispuesta a darle un repaso a Dios por hacer una gracieta fácil. Incluso recuerdo un cómic en algún semanario que se llamaba así. Tampoco me parece bien que las mentes creativas se dirijan a levantarle ampollas al mundo musulmán, porque la gente tiene sus creencias, que forman parte de la intimidad de su fe y yacen en la raíz, vamos, en el motor que mueve sus vidas. Seguir por una senda de desprecio a lo que el otro siente, sólo conduce a ampliar las desigualdades y a abrir un foso cada vez más profundo entre dos mundos que deberían empezar a comprenderse de una vez. Creo que la tolerancia debería comenzar por colocar un puente entre las dos culturas y hacer caso de una vez al mundo de los moderados, que no son los borregos y muchas veces acaban por ser las víctimas. Sólo de esta manera avanzaremos hacia un mundo más justo, donde la tolerancia sirva para que la peña deje de meterle el dedo en el ojo al resto y comience a respetar que el que se hinca de rodillas delante de su dios, tiene el mismo derecho que el que se abre de patas ante los profetas pasajeros de la moda. Que haya alivio y sálvese el que pueda.