Pontevedra
VIDA PRIVADA: «Me conoció ya como político»
En ese mismo año se produjo otro acontecimiento muy importante en mi vida personal. A finales de diciembre, me casé con mi novia, Viri, en la capilla de las Conchas de la isla de La Toja, en Pontevedra. Era el día de los Santos Inocentes. Hasta el último momento tuve que retrasar la fecha, porque el 27 de diciembre, que era el día inicialmente señalado, se fijó la votación de los presupuestos en el Congreso de los Diputados y tenía que estar en Madrid.
A Viri la conocí en Pontevedra en 1992. Nos presentó mi hermano Luis, y desde el primer momento sentí que aquella mujer, tan guapa y con una personalidad muy marcada, a la vez que discreta e inteligente, no me iba a dejar indiferente de por vida. Entonces estaba acabando la carrera de Empresariales. Es la persona a la que quiero, con la que he tenido dos hijos estupendos, a los que adoro, y la mujer con la que he decidido compartir un proyecto de vida, que, en lo que de mí dependa, es para siempre.
Ella tiene una gran comprensión por el tipo de vida que llevo, con horarios y exigencias que no siempre son fáciles de compaginar con la familia. Me conoció ya como político y me ha apoyado siempre en mi tarea, aunque no creo que sea la actividad profesional que a ella, por temperamento, le resulte más atractiva. Pero lo comprende y acepta con generosidad impagable los sacrificios que conlleva.
La zona en torno a la isla de La Toja y Sanxenxo es un poco como nuestra pequeña patria y un lugar enormemente querido para los dos. Por eso no tuvimos ninguna duda para elegir el lugar. Los dos habíamos pensado en una boda más bien íntima, con un grupo de amigos y familiares. Pero no hubo manera. A la puerta de la iglesia había más de cien periodistas con sus cámaras fotográficas.
No me importa admitir que me hubiera gustado celebrar mi boda de otra manera, y lo sentí sobre todo por Viri, a la que no le resultan cómodas las fotografías de prensa y las apariciones en público. Lo entiendo perfectamente, porque también yo considero que lo peor de estar en política es el continuo acoso a la vida privada. Prefiero que mi mujer, que tiene un gran sentido común, y sobre todo mis hijos no estén expuestos a los focos públicos.
Después de la boda, en la que no pude evitar estar mirando casi todo el tiempo a Viri, nos fuimos de viaje de novios a la República Dominicana. Como no teníamos mucho tiempo, nos marchamos sólo cinco días, y me quedé con ganas de poder prolongarlos.
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