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Vuelve el drama de «Santa Evita»

Un cáncer mal diagnosticado a Cristina Fernández levanta una polémica sobre si ha habido un uso político de la enfermedad de la presidenta de Argentina

Vuelve el drama de «Santa Evita»
Vuelve el drama de «Santa Evita»larazon

Cómo se puede operar a alguien de un cáncer que no tiene? Mientras la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se recupera en su residencia oficial de Olivos de su operación de tiroides, crece la polémica por el cambio de diagnóstico. El informe oficial que revela que la mandataria no tiene cáncer, en contraposición con lo comunicado inicialmente, ha generado una gran controversia en Argentina.

Los médicos de Cristina Fernández, Luis Bounomo y Marcelo Balles­teros, ratificaron que el primer diagnóstico dado a la manda­taria el pasado 22 de diciembre fue un cáncer de tiroides y que la modificación posterior, en el que se comprobó que se trataba de adenomas foliculares y no un tumor maligno, forma parte de la posibilidad estadística.

Los especialistas apuntaron que «el informe no pone en tela de juicio el profesionalismo, ya que estos resultados están contemplados dentro del dos por ciento de las estadísticas bajo la denominación "falso positivo"y que sólo puede verificarse una vez realizada la intervención quirúrgica y extraído el órgano afectado». Pero no todos ven la jugada tan clara. Diversos especialistas coincidieron en afirmar que la operación era inevitable.

La mayoría cree que no hubo mala praxis en el diagnóstico, aunque algunos opinan que es un error poco común. El jefe de la sección Tiroides del Hospital de Clínicas, el endocrinólogo Fabián Pitoia, advierte a LA RAZÓN sobre el «impacto negativo» que tuvo la «difusión internacional» del «diagnóstico erróneo». «Hay que ser muy cuidadoso» con una paciente de estas características porque «las opiniones» sobre su estado de salud «forman parte de las estadísticas internacionales», y consideró que la falla en la evaluación previa fue producto de un «diagnóstico abrupto», dado «en poco tiempo».

¿Réditos políticos?
Las dudas también se vieron plasmadas en los diarios. «Clarín», el diario convertido en enemigo número uno de los Kirchner, titulaba sin rodeos: «La presidenta fue operada por un cáncer que no tenía» y redoblaba la apuesta en el texto inicial de su editor general adjunto, Ricardo Roa, donde afirmaba que el diagnóstico inicial fue equivocado y que «fue operada sin necesidad y le extirparon inútilmente la tiroides».

El diario «La Nación», en una columna titula sugerentemente «Mala praxis del Gobierno», revelaba que otro estudio posterior realizado por el servicio de Patología del Hospital Austral «determinó la existencia de una alteración celular, pero no concluyó que fuera un carcinoma. Es muy relevante esta disidencia, porque estaría indicando que no se trató de un "falso positivo", es decir, de un error inevitable por la deficiente información de la muestra, sino de una equivocación del patólogo que realizó el primer examen».

«Todas estas irregularidades obligan a preguntar si el Gobierno no está tratando al cuerpo de la presidenta con la misma negligencia con que administra la moneda, el comercio, la energía o la aeronavegación. Sería gravísimo».

Según funcionarios que estaban presentes cuando los médicos dieron la noticia a Fernández en la residencia de Olivos y a los que ha consultado este periódico, la presidenta se descompuso. Tuvo que ser asistida por los mismos doctores que la tranquilizaron, explicándole que era un tumor maligno pero tratable.

No parece, por tanto, que sea una maniobra orquestada por el «organigrama K». Sin embargo, el posterior tratamiento de la operación sí que estuvo parcialmente politizado por organizaciones «cristinistas» como la Campora, que no dudaron en enviar a sus «cachorros peronistas» para «hacer el aguante» a la mandataria.

Las puertas del Hospital Austral, uno de los mejores centros privados –fundado por el Opus Dei– del país, se convirtió en un circo durante días, donde miles de personas realizaron allí vigilia en medio de un improvisado altar, al grito de «Santa Evita». Había parrillas y una
tarima donde se tocó cumbia.

Tampoco es de extrañar que algunos vayan más allá y vean intenciones ocultas detrás del error de diagnóstico. Para el ex candidato presidencial Hermes Binner, que es médico y salió segundo en la elección de octubre, el cambio de diagnóstico «genera un marco de sospecha». «Tiene que haber» por parte del Gobierno «una aclaración concreta de que hubo un error de diagnóstico», ha dicho a este diario. «Esto tiene que aclararse para que en la población no quede la sospecha de que se especuló con una enfermedad como el cáncer», opina Binner.

Las desgracias de la «dinastía K» han servido para aumentar la popularidad de Cristina, conocida como «la viuda del peronismo» desde que falleció su marido, el ex presidente Néstor Kirchner. Si bien la muerte de su esposo sumió a la mandataria en una profunda depresión, meses después la imagen de su marido fue utilizada en la campaña oficialista.
Ahora, con el falso cáncer de la presidenta también se recurrió a la necrofilia.

Los paralelismos con Eva Perón, afectada de un cáncer de cuello uterino, son inevitables. En una sociedad traumada históricamente por esta enfermedad, la noticia supuso que muchos argentinos volvieran a ver en Cristina la reencarnación de la misma Evita.

La otra cumbre
Hugo Chávez anunció el pasado noviembre que el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva le propuso organizar una cumbre de los que han vencido al cáncer, propuesta que el jefe de Estado venezolano apoyó y pidió ponerle fecha. Lula que se encuentra en tratamiento de un cáncer de laringe que le fue detectado a fines de octubre, quedó a cargo de coordinar la organización de la cumbre.