Esperanza Aguirre

No maltratar al electorado por Carlos Rodríguez Braun

La Razón
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Al Partido Popular de Madrid se le ha ocurrido una idea insólita: hay que cuidar al electorado o, al menos, no maltratarlo. Dijo Ignacio González que los delegados debatirán «reformas profundamente liberalizadoras»; se respaldó la libertad de horarios, que hace 30 años defendían los socialistas, de la mano del felizmente restablecido Miguel Boyer. El PP de Madrid incide en la importancia de «aquellos territorios donde más se apoye a los emprendedores» con rebajas fiscales. Se ha pensado también en las agencias privadas de colocación para compensar los defectos de la burocracia, y en los llamados «business angels». La mayoría de los votantes confluye con el PP en la liberalización de las rebajas, absurdamente vigiladas por el poder, y sobre todo en la reducción de las subvenciones mediante las cuales los contribuyentes financian instituciones que no respetan, como sindicatos o partidos políticos. La izquierda descompuesta tronó contra estas propuestas liberalizadoras, que sintonizan con la voluntad del pueblo de la Comunidad de Madrid, y puso especial énfasis en oponerse a la atención a los esfuerzos y resultados académicos a la hora de financiar a estudiantes y universidades. Es llamativo cómo la izquierda se erige en defensora de aquellos a quienes más perjudica: los trabajadores en general y los jóvenes en particular. Padecemos por su culpa un 50 por ciento de paro juvenil, y todavía presumen de salvaguardar los derechos de la juventud. El mensaje liberalizador de Esperanza Aguirre y sus huestes, y su insistencia en que no hay que subir los impuestos, se opone a la impopular política que en La Moncloa llevan a cabo Barbie y sus secuaces. También es verdad que esa política antiliberal ya la emprendieron Smiley y su pandilla hasta las elecciones generales de 2011. Ambas verdades prueban que no conviene maltratar al electorado.