Cataluña

Sentimientos

La Razón
La RazónLa Razón

Parece inevitable que alguien que reside en Cataluña, País Vasco o cualquier otra comunidad autónoma se sienta catalán, vasco o lo que sea, aunque viva en España y todos sus documentos digan que es español. Los sentimientos son personales, difíciles de controlar y a veces irracionales. Puede entenderse que a estas personas les importe un comino que la selección española gane el mundial, pero es irracional tener un sentimiento en contra y desear que pierda. Algo inaceptable e, incluso censurable, es la rebelión institucional que ha organizado el tripartito catalán. Ningún demócrata asume que representantes del Poder Ejecutivo actúen contra el Tribunal Constitucional, dado que en un Estado de Derecho existe división de poderes y con el fin de que se respeten las reglas de juego no deben interferir entre ellos. Sin embargo, el Ejecutivo catalán ha hostigado al Constitucional para presionar a sus miembros durante todo el debate de la sentencia del Estatut. Es más, antes de conocer su contenido convocó la manifestación que hoy se celebra para quejarse de que un «tribunal desacreditado» pretenda que los catalanes asuman su dictamen. El ministro de Justicia o el propio presidente del Gobierno, que fue quien nos metió en este lío, deberían explicarle a José Montilla que esta institución es el máximo intérprete de la Constitución dentro de la estructura democrática de España, y quien tiene la última palabra en los asuntos que le atañen. Aunque a ellos no les guste porque la sentencia, una vez conocida, resulta mucho más restrictiva de lo anunciado.