Santander
El riesgo de invertir en España se dispara hasta su máximo histórico
El rodillo del mercado no quiere dejar títere con cabeza entre las economías periféricas de la UE. Tras colaborar de forma decisiva en la consecución de los rescates de Grecia e Irlanda –con cinco meses de diferencia– y prácticamente poner la puntilla a Portugal, los inversores elevaron ayer la intensidad de los ataques contra España, el cuarto de una lista cada vez más negra
El parqué revivió los momentos más críticos de la primera fase de la crisis de deuda, iniciada en mayo, y la sucesión de los acontecimientos consolidó el rebrote de los problemas soberanos.
La prima de riesgo de invertir en España –medida como el diferencial entre la rentabilidad del bono español y el alemán a diez años en el mercado secundario– se disparó hasta los 236 puntos básicos, por los 209 de la víspera, un máximo histórico que pulveriza el anterior registro de 232 puntos alcanzado en mayo. El interés de la deuda española superó el 4,9% y los inversores se refugiaron en el «bund» germano, que vio como su interés disminuía hasta el 2,55%, lo que explica la brecha entre ambas deudas.
En el mercado de valores, los inversores se cebaron con el sector financiero con una avalancha de ventas que lastró un 3,05% al principal selectivo del mercado nacional, el Ibex 35, en lo que se traduce como la mayor caída desde junio. El índice cerró la sesión en su mínimo del día, por debajo de los 9.700 puntos, y el volumen de negocio se elevó los 3.300 millones de euros.
Entre las diez mayores caídas de la sesión se situaron los cinco principales valores del parqué español, los denominados como «blue chips». Al grito de «vende España», los minoristas lastraron un 4,73% al Santander y un 3,9% al BBVA, mientras que otros cinco valores recortaron más de un 3%, entre ellos Telefónica y Repsol.
El acoso del mercado caló hondo en la opinión de las casas de análisis internacionales, y tanto JP Morgan como Saxobank se posicionaron en el peor escenario posible, el rescate de España. En resumidas cuentas, el mercado logró su objetivo, disparar todas las alarmas.
Emisión más cara
En estas condiciones de mercado, el Tesoro colocó ayer 3.256 millones de euros en Letras a tres y seis meses sin ninguna dificultad. Para ello tuvo que elevar su rentabilidad de manera exponencial: un 91,99% en el caso de las Letras de tres meses y un 74,11% en las Letras a seis meses.
Mientras a finales del pasado mes de octubre el Tesoro tuvo que pagar un 0,974% de interés por las Letras a tres meses, ayer se vio obligado a poner una rentabilidad del 1,870%, casi el doble. Para las Letras a seis meses, la rentabilidad pagada fue del 2,260% frente al 1,298% del 26 de octubre. La demanda de los inversores alcanzó los 7.976 millones de euros.
La subasta de ayer ha sido la última de noviembre, un mes en el que se han adjudicado en total 15.270 millones de euros en bonos, letras y obligaciones y el Estado se ha visto obligado a elevar el interés en todas las ocasiones.
De aquí a a final de año, el Tesoro pondrá a prueba a los inversores en cuatro ocasiones más, la primera el próximo día 2 de diciembre con una nueva subasta de Letras a tres y seis meses. Habrá una última el día 21.
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