Ministerio de Justicia

El juez que se creía superior

La Razón
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Hace unos años, los jueces no tenían ni nombre ni apellidos. Se les conocía por sus sentencias. La Justicia española goza de un reconocido prestigio porque la gran mayoría de jueces son tan anónimos como abnegados. La regla general es que el juez huye del protagonismo y no le gusta salir en los medios de comunicación. En los años ochenta irrumpió un juez estrella. Creó escuela, aunque afortunadamente muy minoritaria. Otros quisieron seguir su ejemplo, al estilo de los jueces italianos. La política irrumpió en los procedimientos y los contaminó. Garzón era el todopoderoso juez instructor de la Audiencia Nacional, parecía que no había ningún otro. El gran Baltasar tenía tiempo para todo. Se convirtió en un Marco Polo que recorría el orbe dando lecciones magistrales y siendo aclamado por la izquierda. Otra veces era por la derecha, como cuando decidió vengarse de Felipe González con el caso Gal. Se creía superior, pero finalmente se sentará en el banquillo acusado de vulnerar el derecho de defensa.