Castilla y León
OPINIÓN: La Fundación Delibes
La puesta de largo de la Fundación Miguel Delibes, bajo la presidencia de los Príncipes de Asturias, ha sido una bonita ocasión para recordar a un hombre discreto, trabajador y poco dado a los juegos malabares, cuya fecunda obra refleja en muchas ocasiones estas virtudes y en buena parte ha sido fruto de ellas. En ese acto se respiraron entusiasmo y afectividad a raudales. Cada una de las intervenciones que allí se desarrollaron desgranaron lo mejor de una de las figuras más singulares, y a su vez más sencillas, que ha dado esta tierra.Tuve la suerte de tratar al genio de los personajes del pueblo en 1996 cuando fundé el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes y, como él, soy marinero de segunda.
Por eso, me da la impresión de que en el fondo le hubiera gustado saber que ocho personalidades muy diferentes se pasaron casi hora y media hablando bien de su persona, pero creo que se hubiera ruborizado –dada su sencillez- al escuchar de ellas calificativos tales como «buena gente, ecologista adelantado, persona fiel a sus orígenes, abanderado de la justicia social, paradigma de la libertad de prensa, embajador de la promoción del español…» La Fundación, presidida por Elisa Delibes -una profesora que es un escaparate de sinceridad, frescura, entusiasmo y sentido común- nace mimada por el cariño de la sociedad y llena de ideas y proyectos que tiene que conducir a buen puerto, como en su día el Crucero Canarias llevó al Premio Cervantes.
El respaldo conseguido en su presentación, al que no puede defraudar, es el mejor punto de partida para un proyecto en el que se conjugan el esfuerzo familiar con el apoyo institucional y empresarial, aunque se echen en falta ciertas ausencias en su patronato, como algunas de las mayores empresas de Castilla y León.
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