Consejo de Ministros

El debate del PSOE: apoyo o revueltas

Rubalcaba supedita su apoyo a la reforma financiera del PP a cinco grandes acuerdos económicos y sociales. Cree que sus votantes no entenderían el respaldo a la norma bancaria si sigue el recorte en Sanidad y Educación

El debate del PSOE: apoyo o revueltas
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Madrid- Primer Consejo Territorial del PSOE bajo mandato de Rubalcaba. El secretario general reunió ayer a los responsables territoriales para marcar la hoja de ruta de su acción política. Y, a juzgar por las versiones que se dieron tras una reunión seguida de almuerzo, los socialistas se dividen hoy entre los que quieren negar el pan y la sal a los que gobiernan y echarse al monte y los que, conscientes de lo que el país se juega, creen imprescindible la colaboración con el Gobierno, que no un cheque en blanco. Ganaron los segundos. El dibujo corresponde a un barón, que ante la pregunta de en qué lado está Rubalcaba, responde: «Entre los que buscan acuerdos, sin duda». En efecto, el marco general que pintó el secretario general es el conocido por todos (recesión, paro, déficit, prima de riesgo, ajustes…) pero, lejos de llamar a la rebelión –aseguran fuentes socialistas– se mostró dispuesto a tender la mano aunque con condiciones al Gobierno, también en el marco financiero. Claro que en este capítulo, si el PP quiere el voto favorable del PSOE tendrá que mover ficha. Porque el PSOE ha subido el nivel de exigencia y lo que ofrece no es ni de lejos un cheque en blanco. Una cosa es apoyar la entrada del Estado en Bankia por «responsabilidad» y otra es que los españoles «tengan que sufrir nuevos ajustes porque haya que rescatar con dinero público a todo el sector». Es la opinión de los líderes territoriales del PSOE reunidos ayer en Ferraz para analizar la crítica situación por la que atraviesa la economía española. Así que todo indica que el PSOE encuentra cada día un motivo más para desmarcarse del texto. Algunos de ellos, los esbozó Rubalcaba, ante el Consejo Territorial: uno, el decreto incluye aspectos de los que el ministro De Guindos no informó al PSOE en su reunión del jueves; dos, los ciudadanos no entenderían que el PSOE apoyara un rescate a la banca mientras se suceden los recortes en Sanidad y Educación; tres, el texto no garantiza que la operación no vaya a costar dinero a las arcas públicas y cuatro, nadie sabe si la caída de Bankia es la primera de una cadena.
Si algo dejó claro Rubalcaba es que si el Gobierno quiere su apoyo tendrá que introducir cambios en el decreto, que debería tramitarse como proyecto de ley, una vez convalidado por el pleno de la Cámara baja. Pero unos, como el madrileño Tomás Gómez, entendieron que con sus palabras el líder del PSOE daba por descartado el acuerdo y otros, como el extremeño Fernández Vara, interpretaron que estaba anunciando tan sólo una posición exigente y avanzando que no apoyará el decreto «a cambio de nada». En su comparecencia pública, Rubalcaba no desveló si apoyará o no el decreto-ley porque todavía lo tiene que estudiar. Luego, acusó al Gobierno de gobernar de forma «caótica, equivocada y omnipotente», pidió «grandes acuerdos» sobre cinco grandes políticas: crecimiento, cohesión social, reforma financiera, consolidación del Estado autonómico y no uso partidista de las instituciones. «Consenso y diálogo» es lo que echa en falta por parte del Gobierno en un momento tan crítico para España y que los ciudadanos perciben con «enorme angustia». Angustia a la que el PSOE no quiere dar la espalda y combatirá con una acción política que combine los ajustes con el crecimiento; preserve los derechos educativos y sanitarios; garantice una reforma financiera que piense en el crédito de las familias; mejore la eficacia de las administraciones y respete las instituciones del Estado.


LA LUPA
Vara alerta sobre la crecida de la protesta en las universidades

«La casa en que vivimos está llena de gas y sólo faltaba que alguien prendiera el mechero». La frase es de Guillermo Fernández Vara. El secretario general de los socialistas extremeños también manifestó su temor a que, después del verano, haya un brote de rebelión social en las calles españolas. Le preocupa la crecida del movimiento universitario y que éste se movilice en el mes de septiembre coincidiendo con la subida de las tasas en la Educación.