Sevilla

La jefa del narcotráfico se pensaba «retirar»

Ana y su marido, David, querían dejar la distribución y convertirse en productores. La Policía acabó ayer con su sueño.

La finca era de difícil acceso y tenía numerosas medidas de seguridad
La finca era de difícil acceso y tenía numerosas medidas de seguridadlarazon

MADRID- Ana María Carmona no es una traficante más. Hasta ayer era uno de los mayores distribuidores de cocaína de España; 20 años de experiencia la avalaban: «Lo que más me jode es que es lo último que iba a hacer», comentó a la Policía minutos después de que terminaran con su último proyecto de tráfico de drogas: el mayor y más sofisticado laboratorio clandestino de cocaína de Europa que ayer desmanteló la Policia Nacional.

«Es una profesional bestial», aseguran fuentes cercanas a la investigación; y es que su vida era la droga. Junto a su marido, David, su mano derecha, repartía grandes cantidades de cocaína entre diversos distribuidores, pero quería dar el gran salto: dejar de ser mayorista para convertirse en productora. Hacía algunos meses que a esta mujer de 40 años se le habían cancelado los antecedentes por tráfico de drogas. Era de sobra conocida entre los organismos policiales.

A la cabeza de la red que se ha desmantelado estaban Ana y David; sin embargo, eran muchos los secuaces y socios que trabajaban a su alrededor. Su marido, David, se encargaba del trabajo sucio, de reunirse con los pequeños vendedores. «Era muy receloso y medía todo al milímetro. Teníamos que cambiar las matrículas de los vehículos de seguimiento constantemente porque las tenía controladas », aseguran fuentes cercanas a la investigación. Detrás del esposo estaban dos hermanos españoles que distribuían parte del material. Por otra parte, los dos colombianos detenidos en el municipio madrileño de Paracuellos del Jarama eran los encargados de montar el laboratorio y a los que la Policía investigaba desde hacía meses.


Obsesión por la protección

En la «operación Colapso», como la han denominado los agentes y que ha supupesto la culminación de dos años de investigación, han colaborado unos 200 policías de 10 unidades diferentes y se ha saldado con 25 detenidos. En el laboratorio, que se situaba en una finca en Villanueva de Perales (Madrid), detuvieron a cuatro hombres de origen colombiano y que permanecían encerrados en la propiedad desde hacía 20 días. Asimismo, se encontraron 33 toneladas de productos químicos, 2.000.000 de euros en efectivo, numerosas armas, 18 vehículos de lujo y más de 470 teléfonos móviles, «una cifra que refleja su obsesión por la protección», comentan desde la Policía.

«Escogieron este municipio por su tranquilidad y su índice cero de delincuencia. Aquí no tenemos Policía Local», explicó César Muñoz, alcalde del pueblo. En la localidad del sur de Madrid establecieron el laboratorio, el pilar fundamental de la operación, pero también utilizaban numerosos pisos francos, donde guardaban sus alijos de coca, que se ubicaban en la zona de Sevilla la Nueva (Madrid) y en el centro de la capital. En uno de estos apartamentos, la Policía se incautó de 300 kilos de cocaína listos para ser distribuidos. «El centro de Perales debía de estar en funcionamiento en el momento de la operación, pero algún retraso en la entrega del producto alteró la puesta en marcha del laboratorio». Como confirman fuentes policiales, la operación se adelantó para evitar «la colocación de la droga que ya tenían».


«Su técnica era perfecta»
La casa que Ana y David poseían en la finca estaba destinada al tratamiento de hojas de cocaína que llegarían de Colombia. «Ocupaba más de tres plantas, incluido el sotano», confirmaron fuentes próximas a la investigación. «Tenían un sistema de calentamiento y otro de extracción de humos. Su técnica era perfecta», aseguró el agente Francisco Migueláñez, portavoz de la Brigada de Estupefacientes de la Policía Nacional. Entre sus medidas de seguridad, destacaban los sistemas de alarma que rodeaban la parcela, así como la desubicación de todos los que trabajaban en ella. A los operarios «les llevaban con unas gafas de sol cubiertas de cinta aislante», confirmó Migueláñez. La operación tenía una segunda vertiente: la de los distribuidores.

Entre ellos se encontraba Lauro Sánchez, «un ruinas», como le conocían en el entorno del ocio nocturno. Quería dar el gran salto y distribuir cantidades más grandes, pero su ideal se ha quedado en el aire. Su nombre, como el del abogado Roberto Rodríguez Casas, está relacionado con las dos bandas mafiosas que se reparten el control de la seguridad en las discotecas de la capital: los «Miami» y la liderada por Ivo «el búlgaro». Entre los asiduos a la noche más oscura, es «vox populi» que las dos bandas andaban al acecho por poner a sus hombres como porteros de discoteca y así controlar la droga que se movía dentro de ellas. Todo salió a la luz tras el asesinato de uno de los hombres de Ivo: «Cata». Presuntamente, lo mató uno de los «Miami». El letrado Rodríguez Casas fue abogado de la banda de Ivo y, al parecer, también de Lauro.


«Bailaba desnuda sobre carneros muertos»
El Palo Mayombe es una técnica de santería con la que Ana María Carmona estaba muy familiarizada, y fue una de las pistas que siguió la Policía para destapar algunas de sus operaciones. «Los ritos que practicaba en su casa nos indicaban que estaba preparando algo», aseguran fuentes próximas a la investigación. La cabecilla de una de las mayores redes de droga de España le preguntaba a su madrina cómo iban a ir sus operaciones. Dos personas le aconsejaban sobre el momento de efectuar sus trueques y también le indicaban cómo hacer algunos de sus ritos. «Bailaba desnuda sobre carneros muertos, mataba pájaros y hacía todo tipo de ceremonias para que los dioses la favorecieran», añaden. Su esposo, David, era más reacio a este culto y a la sala que su mujer destinaba para estos ceremoniales, la llamaba «el cuarto de los horrores».