Colombia
Los flecos de la jornada
Mientras escribo estas líneas recibo llamadas de felicitación por mi santo. Da gusto sentir que hay amigos por aquí y por allá, mientras el mundo sigue dando vueltas y mareando, según vemos en los periódicos. Anoche policías y agentes de seguridad custodiaban al presidente Kagame, de bonito nombre y pésimo currículo, pese a que todavía no está encausado por ningún tribunal. Dicen que a su país, Ruanda, lo ha sacado del agujero negro de la pobreza… Al otro lado del charco el tirano Chávez desentierra los huesos de Bolívar y también está en hacha de guerra contra mi segundo país, Colombia, al mismo tiempo que su coleguilla, el cadavérico Fidel Castro, advierte de una guerra nuclear de los malvados estadounidenses contra sus amigos iraníes y coreanos del norte. La inefable Ingrid Betancourt, además de pedir 4.000 y pico millones de euros de indemnización al Estado colombiano por su secuestro, solicita también indemnización a Francia. Mientras tanto en España los catalanes siguen mareando, Durán i Lleida demostrando talento y templanza y los demás bostezando; los controladores de vuelo en huelga, provocando unos retrasos desesperantes, y los naturalistas (¿o naturistas?), en este día de calor asfixiante, celebran la jornada sin traje de baño para que no haya problemas derivados de la falta de aceptación del propio cuerpo. Pues muy bien, supongo que los que no tenemos esos problemas no tenemos por qué ver los cuerpos de quienes los padecen, ¿no? Y todo así. ¡Ay, Señor, cuánta estupidez!
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