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Para la esperanza por cardenal Ricard Mª CARLES

La Razón
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Asistí al II Sínodo de Europa. Unos de los temas en que coincidíamos era que, si Europa parecía perder la fe, antes había perdido la esperanza. Cuando tantos ciudadanos esperan cosas meramente materiales, pero no esperan el más allá, el amor de un Dios-Amor, la fe no tiene sentido; acaba muriendo. El Dios revelado en Cristo nos ofrece la dimensión del amor como donación de sí. Esa radicalidad de su amor responde a nuestras preguntas: ¿Por qué se interesa por mí?¿Por qué ha llegado hasta la cruz por nosotros? Él es la auténtica raíz de nuestra esperanza. Otro motivo para defender la esperanza es la relación entre realidad y verdad. Frecuentemente se nos dice: «Has de ser realista. Y la realidad es ésta». Y aquí vienen los problemas de la juventud, de la familia, de la cultura…Pero un creyente enfrenta la realidad con la verdad. Queremos que la realidad se adapte a la verdad de la persona, del matrimonio, etc. Los cristianos coherentes estamos en el mundo para hacer que la realidad se vaya acomodando a la verdad que Dios había pensado. Evangelizar y santificar, por ello, también es obra de ciudadanía. Se dice que hay que levantar el listón de nuestra patria. Éste se alza en la medida que se va aproximando a Cristo. Y el progreso es negativo, cuando el listón se apoya en actitudes que nada tiene que ver con Cristo.Edith Stein, ahora santa, escribió: «Señor, ¿es posible que yo pueda renacer todavía, cuando he pasado la mitad de mi vida? En mí eso se ha realizado: el peso de una vida equivocada ha caído de mi espalda».

Cardenal Ricard Mª CARLES